Miércoles, 15/06/2011 (2)
En la salida del aeropuerto nos dicen que hay un S-Banh que tarda unos 40 minutos en llegar al centro. Pues allá que vamos. Como recordábamos de Berlín, las máquinas para comprar los billetes no son muy amigables, está claro que los alemanes tienen un problema diseñando software para humanos. De todas formas descubrimos un billete “Compañero” que vale para cinco personas durante un día completo. Cuesta la mitad que cuatro billetes (dos para ir al centro y dos para volver). Tampoco es que lo tengamos muy claro, nos parece un poco extraño que por lo que cuesta el ida y vuelta al centro desde el aeropuerto puedas comprar un billete válido para un día y cinco personas. Eso sí, como no lo pone en ningún sitio a no ser que te pongas a rebuscar entre las posibilidades en la máquina tampoco creemos que lo compre mucha gente.
Cuarenta minutos después estamos en la Marienplatz. Aquí, nada más salir de la estación, nos encontramos con la Rathaus, el ayuntamiento. Un edificio espectacular lleno de estatuas la mar de realistas. Tiene, como el que vimos en Suiza, un carrillón con figuras. Ya han pasado las cuatro, suponemos que se pondrá en marcha a la hora en punto. Leemos que sólo se pone en marcha tres veces al día: a las 11, a las 14 y a las 17. Hemos tenido suerte y lo podremos ver en marcha.
Hay una oficina de turismo en la misma plaza. Nos dicen que tienen mapas, pero que se cobran. Son sólo 40 céntimos. Hoy son «sólo», mañana este dinero nos empezará a parecer suficiente como para regatear, pero hoy es el precio que tienen las cosas para todo el mundo y no sólo para los turistas.
Todo lo que hay que ver está bastante cerca de la plaza y en poco más de tres cuartos de hora visitamos una cervecería (es de los puntos de interés que aparecen en el mapa), un palacio (cubierto por una lona, lo están restaurando) y el mercado callejero. Es increíble la cantidad de sitios que hay aquí para comprar comida. Todo está lleno de puestos de comida (alemana, italiana, francesa… panaderías, cervecerías, restaurantes…). Parece que aquí sólo puedes comer o comprar recuerdos.
A las cinco volvemos a la plaza para ver el carrillón. Para ir preparándonos la plaza no tiene ni una sombra y el Sol nos da de pleno. Comienza la música y aquí no se mueve nada… al poco rato se empiezan a mover las figuras. No está mal, pero dura demasiado. A los diez minutos de música y movimiento decidimos que ya está bien, las figuras siempre se mueven igual (como era de esperar) y el Sol pica.
Nos queda por visitar la catedral y vuelta al aeropuerto. La catedral está demasiado reconstruida. Por fuera no está mal (aunque una de las torres está cubierta por un andamio), pero dentro es todo nuevo.
En el tren de vuelta estamos cansados. Esta noche hemos dormido como siempre y luego en el avión hemos seguido durmiendo, pero tenemos sueño y los cuarenta minutos de tren son propicios.
Volvemos a pasar el control de equipajes y el de pasaportes y a esperar otra vez.