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A esperar al siguiente…

Martes, 08/03/2011 (y 2)

Nada más despegar nos traen una bolsa con cacahuetes y antes de acabarla llegan con la comida: pollo cocido con guisantes de plato principal y después, un bollo de pan relleno de carne y cebolla, fiambres, queso para untar y un trozo de pastel.

Tenemos por delante unas siete u ocho horas de vuelo hasta llegar a Ginebra. Algunos se van a la parte de atrás del avión para tumbarse y dormir como a la ida en las filas centrales de asientos.

A mitad de vuelo he acabado con el diario y trato de dormirme. Me voy a la parte de atrás y me tumbo en una fila de asientos vacía hasta que comienzan a subir las persianas de las ventanas del avión y, siendo las dos de la tarde, entra demasiada luz.

De vuelta a mi asiento nos ponemos a jugar a las cartas a la espera de aterrizar en Ginebra. Mi intención es dormir todo el segundo vuelo, pero no lo consigo. Pasamos un rato agradable charlando con Carlos, uno de los catalanes. En un momento dado le comentamos algo de lo poco religiosos que son los uzbecos y nos explica que el presidente se lo tiene prohibido. Es más, según algunos, en el momento en que el presidente se vaya, se muera o sea derrocado, Uzbekistán será tan extremista como lo fue, y sigue siendo, Afganistán. A nosotros no nos lo parece, pero sus contactos sabrán más, aunque también puede ser que sólo traten de asustar al resto del mundo para mantenerse en el poder.

Nos cuenta el caso de una fábrica a la que compran algodón en la que detuvieron a dos mujeres por rezar. Las dos mujeres han sido condenadas a dos años de prisión y la dueña de la fábrica a pagar una multa de una buena cantidad de euros (las multas en som no tienen sentido) y lo mismo acaba también en la cárcel. Por eso no tienen muy seguro lo de montar una fábrica en el país. Entre eso y que nacionalizan las cosas cuando les viene en gana…

Estábamos seguros de que el vuelo llegaba a las 17:10, pero estamos equivocados. La fortuna nos sonríe y llegaremos una hora antes.

En Barajas también hay control de pasaportes. Descubrimos que han puesto cabinas automáticas. Es necesario tener pasaporte o DNI electrónico. El sistema no está muy fino y no hay manera de que lea los pasaportes. El problema es que te metes entre dos mamparas de cristal y, cuando te da el mensaje de que vayas a los puestos manuales porque no puede leer la información de tu pasaporte, no se abre ninguna de las dos. Es lógico que no se abra la de salida, pero que te dejen volver por donde has entrado sería un detalle.

El DNI electrónico sí que funciona bien y consigo que me abra la mampara. Sara se ha quedado atrapada. Como el sistema es bastante nuevo llega un policía para ayudarnos. En cualquier caso no hay manera de que lea el pasaporte y le tienen que abrir y seguir al control manual. Después de estas cabinas automáticas hay un mostrador con un policía para poder comprobar si la máquina no está del todo convencida.

El tren desde la terminal satélite. También automático, en Barajas cada vez trabaja menos gente.

Recogida de Symbios. En este viaje se han acostumbrado a salir muy pronto, pero es que nunca hemos volado en ningún avión, ni siquiera el interno, en el que hubiera más de 30 o 40 bultos que sacar de la bodega.

Con todo encima salimos a la calle. Como nos ha sobrado dinero, que hemos conseguido cambiar, nos damos el capricho de volver en taxi a casa. Eso sí, hay que olvidarse de preguntar el precio por adelantado y de regatear con el taxista.

Al menos hasta la próxima.

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