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Nagarkot y el paseo a la torre de vigilancia

Viernes 02/04/2010 (y 3)

Keisi le ofrece a Sara la posibilidad de descansar. Lo que queremos es comer. Ya es tarde y con el paseo tenemos hambre. Keisi quiere ir al pueblo con el conductor a comer algo también. Sara le dice que hagan lo que quieran pero que nosotros comemos ahora y ya descansaremos.

En el restaurante nos encontramos con otro menú sin inglés. Lo primero que nos dice es que tenemos incluida la comida, la cena y el desayuno de mañana. Incorrecto, tenemos incluidas dos comidas y el desayuno, ninguna cena. Al tipo le cuesta un triunfo entendernos. Su primer comentario cuando le decimos que dos comidas es que si nos quedamos a dormir aquí también mañana. No. Sólo es que la agencia paga por dos comidas. Mañana comemos y nos vamos. Entra en bloqueo y nos deja con la carta en la mano para irse corriendo al teléfono a preguntar si son dos comidas. Vuelve diciendo que Trekkers’ Society, que tenemos la comida, la cena, el desayuno y la comida de mañana. La cena no está incluida de ninguna manera, pero tampoco hay forma de sacarle de su error ni importa tanto.

Sara le pregunta qué podemos pedir con la comida incluida. Hemos escarmentado después de la experiencia de Pokhara: un hombre un plato. El camarero, que todavía no se ha repuesto de lo de las dos comidas, nos dice que sólo una cosa. Ya estamos otra vez con miserias. Sara le pregunta si puede pedir sopa. Él dice que sí. Que si puede pedir postre. Él dice que sí. Busca en el menú y nos enseña una hoja con la comida y la cena de menú. El plato único consiste en una combinación de sopa, plato principal, postre y café o té, todo junto. Hay una opción de filete, una de pollo y otra vegetariano.

Sara se queda con la duda de si podrá pedir cualquier cosa de la carta. El camarero dijo antes que no, pero ahora dice que sí. De cualquier manera lo mejor será no romperle mucho los esquemas y pedir uno de los fijos. Como el vegetariano no es opción quedan pollo y carne. Puestos a elegir carne roja, aunque aquí la pasan tanto que es carne muy marrón (visto como la conservan en las carnicerías mejor que la frían a conciencia). El postre que ofrece es pudding de chocolate. Ya estamos hartos del pudding de chocolate y Sara le pregunta si no hay más opciones. El tipo no nos entiende ni consigue hacerse entender, pero captamos que podemos pedir cualquier postre de la carta. Sara lo intenta con dos, pero no les quedan. Lo que sí que tienen es fruta fresca. Yo me quedaré con mi pudding.

La comida se eterniza porque el camarero está haciendo otras cosas, aunque no hay más que dos mesas más ocupadas y por gente que sólo lee libros mirando por la ventana. Habíamos quedado con Keisi a eso de las cuatro, pero a esa hora todavía estoy comiendo el flan muy cuajado de vainilla en que se ha transformado mi pudding de chocolate.

Volvemos a la habitación para lavarnos los dientes y descansar. Keisi nos dijo que iban a dar un paseo el conductor y él. Bien que nos parece. Para mirar mejor el paisaje, aunque todo está cubierto todavía hay algunas cosas a la vista, salimos al pasillo de la habitación, que da a la calle. Abajo, junto al coche está Keisi que nos pregunta si nos apetece dar un pequeño paseo por la ciudad. No hay nada más que hacer en este sitio en todo el día así que aceptamos la oferta.

El problema es que cuando este hombre comienza a andar hay que lanzarle una cuerda. Después de media hora andando a Sara le ha dicho que es un camino largo. Deberías haberlo dicho, ya que parece que el paseo tiene un destino, antes de salir. De esa forma habríamos valorado si nos apetecía darnos una paliza fuera de programa, o si había que coger la chaqueta porque a la vuelta haría frío.

Cuando llevamos una hora y media le pregunto a Keisi que a dónde vamos exactamente. Su respuesta es que seguimos la puesta del Sol. Vamos a la torre de vigilancia que es desde donde mejor panorámica se tiene. Se tiene la mejor de las montañas cuando se ven, pero el día no está por la labor y no tiene pinta de maravillarnos con una puesta de Sol estupenda.. También da igual que preguntes cuánto queda, porque siempre serán entre 25 y 30 minutos.

Casi a las dos horas después de un giro veo, en lo alto de la siguiente loma, algo parecido a un cubo sobre pilares. Pregunto a Keisi si es allí a donde vamos y como me dice que sí, le digo que nos damos la vuelta. El sitio todavía está lejos. Está claro que cuando salieron con nosotros ya habían previsto llegar a aquí a ver la puesta de Sol. Son las seis menos cuarto y Keisi dice que el Sol se pone a eso de las siete. Sólo hay dos problemas. Uno, el cielo está totalmente cubierto y no se va a ver nada. El Sol bajará por detrás de las montañas pero no se ven las montañas. Dos, si vamos a ver la puesta de Sol lo menos que nos gustará hacer es quedarnos hasta que el Sol desaparezca. Si vamos a tardar más de dos horas en llegar y nos quedamos a la puesta de Sol definitiva, para la vuelta no va a haber ninguna luz. Las calles de esta zona no lucen (en general) y bajar por ahí a oscuras no me motiva nada. Ya vimos que lo de la oscuridad y andar por el arcén no les preocupa. El día que llegamos a Pokhara a punto estuvimos de atropellar a algún colegial.

Keisi nos explica por medio señas que la gente suele querer estirar las piernas y llegar hasta allí andando. Le digo que me parece perfecto y que tampoco andar es problema para nosotros. El problema es la vuelta a oscuras. No tengo muy claro si lo ha entendido porque siempre dice “yeah, yeah” sin dar la impresión de que sepa qué le estamos diciendo. De todas formas se ha dado cuenta de que ha sido un error no haber mandado el coche para que pudiéramos volver con él cuando el Sol se pusiera. No deja de reírse pero ya le digo que a mí no me parece gracioso. La vuelta podría haber sido muy complicada. Para que se dé cuenta del problema le pregunto que si lleva una linterna para poder iluminar el camino cuando se haga de noche. No lleva, está claro, lleva una camisa y un pantalón finos y nada más…

El conductor parece que se queda con las ganas de ir a la torre. Les digo que vayan ellos si quieren, pero no es una opción dejarnos solos. Al llegar al pueblo Sara le pide a Keisi que le cambie un billete de cinco rupias por sus monedas. En este viaje casi no hemos visto monedas. Sólo en templos y como limosna. En la tienda le cambian el billete de cinco por cinco monedas de uno. Keisi vuelve a la tienda y vuelve con una de dos.

Para cuando llegamos al hotel ya es casi de noche y todavía habríamos tardado una hora más por lo menos, la media larga en llegar y la media en volver. Sin contar con el rato que estuviéramos mirando la famosa puesta. Recogemos la llave de la habitación (138) en recepción y preguntamos a qué hora volverá la luz. Como en el resto del país hay cortes y ahora mismo no hay ni bombilla en la habitación. Hoy a las siete, son menos veinte. Keisi nos dice que mañana nos verá en lo alto del hotel a las cinco y media. Con un poco de suerte se podrán ver las montañas. Nos ha dicho que a partir de las once baja la bruma y lo cubre todo. Si queremos a las seis menos cuarto dice que tampoco irá muy mal. Sólo tenemos un día y una oportunidad para ver la cantidad de montañas. Además mañana nos volvemos a España así que el día bien puede empezar incluso antes. Como nuestra ventana ya tiene vista pondremos el despertador muy pronto para pillar todo lo posible.

Antes de dejarnos nos pregunta si necesitamos más mantas, lo de Muktinath le dejó marcado. En principio no, tenemos una manta y un edredón en la habitación. Su habitación es las 203 y nos pide que vayamos a buscarle para cualquier cosa.

No tenemos nada que pedir ahora mismo, pero ya que está tan simpático le pido que me escriba su nombre en un papel para poder ponerlo en el diario. Resulta que se llama Bhim K. C. y que todo el mundo le llama KC (en inglés «Key Si»). Su nombre completo es Bhim Khatri Chhetri.

En la habitación no hay televisión pero llevo una película en Sungin que me descargué en Lima y que no acabamos de ver. Nos la ponemos. Sara se ha vuelto a dormir antes de acabar, aunque esta vez ha llegado mucho más adelante. Lo bueno de la película (The International) es que está rodada en un montón de sitios y da la casualidad de que, menos Luxemburgo, hemos estado en todos.

Después de la película una pequeña operación sobre una ampolla que le ha salido a Sara. Esta mañana cogimos el kit de costura del hotel de Katmandú. Tiene una aguja e hilo. Quemamos la aguja para desinfectarla y pasamos un hilo por dentro de la ampolla. Le ponemos Betadine al hilo y un poco de gasa por encima para no manchar. Mañana debería estar perfecta.

Diario tras la cirugía. Sara lleva dormida desde antes de que acabara la película y lo de la ampolla no le ha despertado lo bastante como para tener ni hambre. El paseo al sol de esta mañana y las más de cuatro horas de ida a ninguna parte y vuelta al hotel de esta tarde le han dejado muy cansada.

Dormir será lo mejor. Para no perder detalle pongo el despertador mañana a las cuatro y media por si empieza a clarear lo bastante como para ver algo. Como le he dicho a KC (Key Si) sólo tenemos una ocasión de ver desde los Annapurnas hasta el Everest y no la vamos a desperdiciar durmiendo una hora más.

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Comentarios

  • JAAC
    2 septiembre, 2010 a las 09:04

    Atracón de Nepal que te estás dando para acabar la fiesta, eh? 🙂

    Es que estaban como piedras de verdad!! jajaja las tirabas en una bañera de leche y ni absorbían.

    Eso es Katmandú: un caos lleno de gente, coches, ruido, contaminación… y unas Durbar Square impresionantes 😉

    Responder
  • conxa
    31 agosto, 2010 a las 11:43

    ah!! por cierto la explicación en el video muy bien!!

    menudo caos, ruido de claxon,gente…..

    Responder
  • conxa
    31 agosto, 2010 a las 11:40

    Me he leido los ultimos tres post.
    La verdad es que te voy siguiendo a mi bola,pero bueno, me voy enterando de todo.

    me he reido con tu comentario de las magdalenas jejeje

    Habeis hecho un viaje fantástico.

    Responder