Viernes, 02/04/2010 (2)
Junto con la entrada a Changu Naranyan nos han dado un folleto explicativo y entre éste y la guía 
lo recorremos por completo. Casi al acabar se nos ha acercado Keisi, que se ha mantenido en un discreto segundo plano al ver que con la guía íbamos bien, para decirnos que no encuentra su móvil. Nosotros no le hemos visto usarlo en todo el día con lo que poco le podemos ayudar. Eso sí, la demostración de nuestros problemas de comunicación llega cuando nos dice que ha perdido el móvil y yo le digo que probablemente esté en el coche. Su respuesta es que no es el coche, que es el móvil… En los últimos dos días ha perdido lo que le habíamos logrado entender de inglés.
Mientras bajamos hacia la entrada pide prestados un par de móviles para llamarse. Da señal pero no lo coge nadie. En la caseta de venta de entradas vuelve a intentarlo sin éxito. Nos dice que en móvil tenía muchos teléfonos de sherpas que no podrá recuperar. Le preguntamos cuándo lo ha usado por última vez, pero no nos entiende. Está muy afectado, esperemos que esté en el coche y que el conductor haya salido mientras nos espera y no lo haya oído.
El camino es bastante sencillo pero es por la vía de los coches. No pasan muchos, pero es ancho y los árboles quedan a los lados. Son las once de la mañana y hace un sol de justicia. Caminar entre los árboles sería mucho más agradable. Como me quemo con facilidad utilizo la pasmina como sombra unipersonal. Keisi va siempre delante de nosotros. Está cabreado por lo del teléfono. Nos dice que lo perdió hace seis meses y que tardó tres meses de duras conversaciones con Nepal Mobile para que le dieran el mismo número. Será que no es de contrato, porque si lo fuera no creo que le resultara tan difícil mantener el número.
Lleva una bolsa con el agua y el zumo. Tampoco se trata de aligerar el peso bebiendo sin sentido, pero sí que le vamos bajando la carga.
Unos cuarenta minutos después llegamos a la zona asfaltada. Allí nos espera nuestro conductor. Está durmiendo en el coche a la sombra. Cuando Keisi le pregunta si se ha dejado allí el móvil el conductor le dice que sí. Entendemos que Keisi le pregunta por qué no lo ha cogido y el otro le viene a decir que tampoco sabía que tuviera que hacerlo y que antes o después íbamos a llegar allí.
Todos contentos montamos en el coche para ir a Nagarkot. Sara pensaba que el trek era desde el pueblo hasta Changu Naranya ida y vuelta, pero no. Es un tramo del camino, hasta llegar a la zona asfaltada. Desde aquí tardamos más de media hora de coche en llegar al pueblo.
Una vez en el pueblo encontrar nuestro hotel tampoco es fácil. Cuando estuvimos en los Annapurnas es cierto que el nivel de los alojamientos parecía similar y malo en todas partes. Aquí, como hemos recorrido todos buscando el nuestro vemos que hay algunos que tienen muy buena pinta (a los que no vamos) y otros que parece que todavía no están ni acabados de construir (por suerte tampoco vamos a estos). El nuestro, el View Point, se encuentra en lo más alto del pueblo. Uno de los mejores puntos para ver el paisaje.
Hemos llegado a las dos y media y lo que vemos es mucha bruma. Todo esta cubierto y no hay visibilidad más allá de unos 200 o 300 metros. Intentamos preguntarle a Keisi si marzo es una buena época para ver las montañas pero mantiene la pérdida de idioma y no hay manera de que nos entienda.
Como en Katmandú la habitación está en lo más alto. Hemos cargado las mochilas desde la recepción nosotros mismos, pero el tipo que nos indica el camino no hace más que subir y subir escaleras. Al final Sara le indica que le coja a Symbia porque no se ve el final de la subida. Estamos en la penúltima planta con un ventanal que apunta directamente a donde se supone que debería verse el Everest. Ahora se ve tan poco como desde el resto de sitios.
