A la mañana siguiente, el domingo, teníamos previsto ir a visitar el Palacio del Belvedere. El palacio barroco se construyó entre 1.714 y 1.723 para el príncipe Eugenio de Saboya (otro de los protagonistas de Veritas) tras la derrota de los turcos en su asedio a la ciudad.
El problema es que no habría hasta las diez (creo que era a las diez) y llegamos a las nueve y media. El frío que hacía, la nieve que caía y el viento que la arrastraba convirtieron el paseo por los jardines en una prueba de esfuerzo.
El interior del palacio, al que finalmente conseguimos entrar, hace justicia a la fachada, lo que pasa es que no se pueden hacer fotografías. Entre sus obras expuestas se encuentra El Beso de Klimt.