Lunes 29/12/2008 (2)
Después de la estatua de la Libertad.
La siguiente parada del ferry, que esta vez hemos cogido sin colas, es Ellis Island. El nombre de la isla se debe a que acabó siendo propiedad de Samuel Ellis. Fue el centro de inmigración desde 1.892 (abrió el 1 de enero) a 1.954. En ese tiempo más de 12 millones de personas pasaron por allí intentando entrar en USA. La isla pasó de tener una superficie de 3,3 acres, con un pequeño fuerte, a los 27,5 acres, y 31 edificios que tiene en la actualidad, al haberse unido la segunda y la tercera islas. La tercera isla se diseño separada de las otras dos porque se iba a utilizar como hospital de enfermedades infecciosas. La mayor parte de la tierra utilizada para aumentar el tamaño de la isla salió del lastre de los barcos y parte de las obras de metro de la ciudad de Nueva York. El complejo se construyó inicialmente en madera, pero un incendio en 1.897 lo destruyó por completo, reconstruyéndose con ladrillo y volviéndose a abrir el 17 de diciembre de 1.900. Hoy en día, el 40% de la población de los Estados Unidos tiene antepasados que entraron por aquí.
La isla se reabrió en 1.990 como museo de inmigración. La entrada es gratuita y permite recorrer las salas por las que pasaron todos esos hombres, mujeres y niños que trataban de entrar en el país. La sala de registro es una de las más espectaculares con un techo abovedado de azulejo y una altura de dos plantas. Se construyó la tercera para albergar parte de la documentación que se fue generando con los años.
Después del registro y del reconocimiento médico se bajaba por unas escaleras que estaban divididas en tres filas: un lado llevaba al ferry a Nueva York, lo que significaba que se había aceptado la entrada al país; otro llevaba al centro de cuarentena, esto es, se había detectado alguna enfermedad que imposibilitaba, de momento, la entrada en el país (¿quién no recuerda la estancia de Vito Corleone en la isla por su viruela?); el tercero llevaba al centro de detención a la espera de la devolución al país de origen.
También hay una biblioteca con toda la información de la isla y una zona en la que se pueden buscar rastros de antepasados que entraran por allí (se puede hacer también desde su página web: http://www.ellisisland.org/). Los datos de los países de origen, la cantidad de inmigrantes, el origen de algunas palabras, etc. se muestran de una manera muy intuitiva y muy distinta de los típicos paneles con datos de los demás museos. En una de las salas hay ordenadores en los que puedes inscribir a quien quieras en el muro de honor del museo. Con su nombre y lo que consideras que le hace merecedor de estar en el muro.
El museo está lleno de carteles navieros, maquetas de barcos, anuncios de obras de teatro y portadas de revistas de los inmigrantes, pasaportes, incluso hay un montón de maletas en la entrada.
Una de las salas tiene una vieja historia italiana que me llamó mucho la atención:
«Bien, vine a América porque había oído que las calles estaban pavimentadas con oro. Cuando llegué aquí, descubrí tres cosas: primero, las calles no estaban pavimentadas con oro; segundo, no estaban pavimentadas para nada; y tercero, me esperaban para hacerlo.»
En el exterior, además de otra fantástica vista del skyline de Nueva York, hay un muro con los nombres de algunos de los que pasaron por el centro ordenados alfabéticamente. Suponemos que será el de honor, aunque parece muy complicado que añadan a nadie por mucho honor que hiciera. Los nombres están fijados en la piedra. Nadie con los apellidos de mi madre aparece en la lista. Los de mi padre son más comunes y hay bastantes. En el caso de Sara sólo aparece uno con el apellido de su padre y ninguno con el de su madre. Esto no significa que no los haya, porque en el muro no están todos y para buscar en los ordenadores del museo hay que rellenar el nombre y el apellido, y no sabemos de ningún antepasado nuestro que pasara por aquí.
Tanto la estatua de la libertad como la isla de Ellis forman parte de la red de parques nacionales de EEUU y hay un montón de rangers vigilando y ofreciendo visitas guiadas gratuitas.
Otra vez al ferry que en su recorrido final se dirige de nuevo al South Ferry, frente al fuerte Clinton que durante años fue el punto de entrada para los inmigrantes, hasta la construcción del complejo de Ellis Island. Entre los años 1.885 y 1.890 pasaron por el fuerte unos ocho millones de inmigrantes, en su mayoría del norte de Europa. Hoy en día se ha convertido también en un museo, con su correspondiente cola, de manera que huimos de allí.