Domingo 16/11/2008 (y 2)
Una vez dentro de la ciudadela…
Encontramos la mezquita y un hamman subterráneo en el que han colocado unos maniquíes. Una cárcel, también subterránea, con una tuberías de cerámica por las que los carceleros se comunicaban con los presos. Según la guía hay muchas más cosas que ver, pero la verdad es que no vemos mucho más en pie.
A la salida ya hay actividad en el zoco, pero los vendedores no te acosan. Es más, algunos casi ni responden cuando les preguntas por el precio de algunas cosas. Todo está cubierto y con las tiendas abiertas como en plena Edad Media.
Estar en un zoco es algo que todo el mundo debería hacer al menos una vez en la vida. Antes de que desaparezcan, fuera de la muralla están construyendo un gran centro comercial.
El trozo de zoco que recorremos es que nos lleva hasta la gran mezquita. Construida en 715 por el califa Al-Walid tiene un minarete de cinco pisos (1.090). La entrada es gratis pero las mujeres tienen que ponerse una chilaba de cuerpo entero para entrar. Y todos descalzarse. El patio tiene suelo de marmol con dibujos geométricos blancos y negros. Dentro del edificio llaman la atención las impresionantes lámparas y el minbar (púlpito) del siglo XV.
Volvemos a pasear por el zoco.
Dentro del zoco nos metemos en una caravanera.
Compramos un pañuelo, en Jordania y aquí son blancos y rojos, y unas galletas. Sara también ha comprado un falafel y yo unas almendras tostadas. Hay un montón de puestos de frutos secos y especias. Es pronto y volvemos a entrar por una calle llena de telas. Salimos de la zona de tiendas y nos encontramos con unos niños que están deseando que les hagamos fotos. En los puestos tampoco ponen ninguna pega para que les hagas fotos, incluso ellos se ponen a trabajar para que la foto sea más real.
Nos acercamos al hotel para ver si podemos adelantar la salida, pero no merece la pena así que visitamos otra zona de la ciudad para hacer tiempo. Vemos una iglesia cristiana y otra ortodoxa.
Vamos a coger un taxi para la estación. Nos lleva algo más de tiempo del previsto porque, a pesar de que hay un montón, casi ninguno está vacío, todos llevan a alguien y los dos que nos paran nos piden 200 LS. A la tercera va la vencida, nos pide directamente 100 LS y nos vamos a la estación. Llegamos a la estación antes de que salga el de las 14:30, pero nos dicen que el de las 15:30 será mejor, y en Damasco va a estar todo cerrado igual una hora antes, así que… Como en casi todas las estaciones vamos a comprar agua y al baño mientras llega el siguiente. Que es exactamente igual que el anterior.
Son las 15:40 y todavía no hemos salido. Es increíble la cantidad de papeleo que hay que rellenar para moverse por aquí. También nos han pedido el pasaporte, pero ya ni nos da impresión. Además esta vez el que nos los ha pedido hablaba inglés perfectamente, siempre le podremos gritar para que nos lo devuelva y nos entenderá. Salimos a las 15:45.
El autobús hace una parada en Homs donde unos bajan y otros suben. Poco después otra en una especie de restaurante de carretera. Mientras esperamos, en la segunda parada, que se vuelva a poner en marcha se nos acerca un sirio y nos pregunta si somos europeos porque tiene dudas. Va a recibir una invitación para ir a estudiar y trabajar a Cardiff, pero tiene dudas. Le digo que no he estado nunca en Gran Bretaña, pero que creo que será una buena oportunidad y que siempre podrá volver. Él dice que no quiere ir para volver, que su plan es estar al menos cinco años… Para alguien que no ha salido nunca de Siria parece un poco excesivo, pero… Además conoce a gente allí, pero el hecho de que casi no hablara con Sara, sólo cuando ella preguntaba, nos hace pensar que le costará aceptar que puede tener una jefa mujer, y el clima y la comida,… pero la idea es aprender. Nos cuenta que el servicio militar sirio antes era «sabes cuando vas, pero no cuando vuelves». Él hizo dos años y medio, luego pasó a ser dos años y ahora es un año y nueve meses. Obligatorio para todos. Y, dependiendo de tu destino, puedes estar más de seis meses sin poder ir a tu casa.
Nos llaman para entrar en el bus. Entramos y empieza a subir más gente. Resulta que el autobús de al lado, que también va a Damasco, se ha estropeado y están subiendo todos. Pero no hay tantos sitios libres. Llega el conductor y echa a todos los que siguen de pie y con prisas, que se tiene que ir. Abre el maletero para que los que no pueden montar saquen su equipaje con el autobús ya en marcha.
Cinco horas después de montar llegamos a Damasco. Vamos a por el taxi y hoy parece que va a ser más difícil. Todos piden 200 LS, llega nuestro amigo sirio del bus y habla con uno de los taxistas, que nos lleva por 100 LS.
Cena en el hotel, después de saludar a Symbios, a base de fuet y crakers. Recogemos los pasaportes de recepción y preguntamos por la estación para ir a Amán y el precio. El taxi mañana según nuestro recepcionista serán 150 LS. El taxi colectivo a Amán serán unos 700 por cabeza y hay que pagar 500 más por cabeza para salir del país. Habrá que cambiar más euros.