El final del viaje fueron unas horas en Colonia, escala necesaria para volar a Madrid de vuelta con una compañía de bajo coste. Sí, no sé si lo había dicho pero todo el viaje fue con low cost: Madrid-Berlin con Easyjet, Berlín-San Petersburgo, Moscú-Colonia y Colonia-Madrid con GermanWings (el trayecto San Petersburgo-Moscú fue nuestra odisea en tren).
Colonia nos devolvió a la arquitectura medieval europea y a las casas con techos a dos aguas. Lo primero, cruzar el puente sobre el río Rin.
Visitamos primero la Gross St Martin románica construida entre 1.150 y 1.250.
Y después a la catedral, Kölner Dom. Tiene una curiosa historia, el inicio de su edificación data de 1.248 pero se suspendió por falta de fondos en 1.560. La construcción se mantuvo parada durante 300 años (incluso fue establo y cárcel para las tropas napoleónicas) y volvió a retomarse en 1.880, quedando prácticamente indemne de los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. Es la más grande de Alemania y prácticamente imposible de meter en una sola foto.
Subimos al campanario desde donde hay unas tremendas vistas de la ciudad.
En su interior se encuentra el Sepulcro de los Tres Reyes Magos. Se supone que el emperador Barbarroja se lo llevó de Milán como botín de guerra en 1.164. Había misa cuando fuimos y no pudimos acercarnos a verlo. Pero sí vimos los tapices y las vidrieras.
Y la foto saludo.
Frente a la catedral hay varias tiendas de agua de colonia, cuyo nombre se debe a que fue inventada en la ciudad.
Después de nuevo al aeropuerto, pasando por el albergue para recoger las mochilas. Al llegar a Madrid, único vuelo que salió con cierto retraso de todo el viaje, las mochilas salieron las últimas, único momento de cierta duda sobre los equipajes de todo el viaje, y para casa.
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