Jueves 14/05/2009 (y 3 )
De vuelta al restaurante todavía no han terminado todos. Nos sentamos en una roca de la playa a admirar el paisaje un rato más con tranquilidad, esta es la parte relajante del viaje.
Con todos en la furgoneta de nuevo nos dirigimos a la playa roja. No es extraño el nombre, la arena de la playa es roja y el motivo es el óxido de hierro de las montañas. Miles de años siendo comidas por las olas han creado la playa de arena de montaña. El guía nos cuenta que el francés pensaba que la excursión consistía en traernos a la reserva y dejarnos andar sin más por donde quisiéramos. No le gusta ir en grupo, se nota porque no se ha quitado el iPod en ningún momento y lo lleva con un volumen que acará por dejarle sordo.
De vuelta al hostal no tenemos nada que hacer más que ver la tele por cable y descansar. Más tarde salimos hacia la terminal de autobuses, eso que está en mitad de la nada donde nos dejaron ayer para preguntar por los horarios para ir a Lima. Pasamos cerca de las obras de todos los hoteles de cuatro y cinco estrellas que nos han dicho que están construyendo y que estarán listos para fin de año, el verano. Suponemos que una vez terminen los edificios, los mismos hoteleros asfaltarán el camino, porque ahora no es más que arena y grava llena de baches sin aceras ni ningún sitio por el que andar.
Sólo venden pasajes de Cruz del Sur y el primero pasa a las 14:30. Nos interesaría coger uno por la mañana para llegar a Lima antes de que sea de noche. En el hostal nos dijeron que podíamos coger un taxi hasta la panamericana, que por allí pasan autobuses para Lima cada 10-15 minutos. El taxi nos costará unos 15-20 soles y nos esperará hasta que embarquemos en el bus, que saldrá por unos 15 soles hasta Lima. Mucho más económico y mucho más flexible, podremos llegar a la hora que queramos. Tampoco es que tengamos intención de madrugar demasiado, tres días en Lima son más que suficientes. Nos despertaremos sin alarma y después de desayunar saldremos.
Otro rato más en el hostal hasta la cena. En la reserva nos hablaron de las conchas que había, que las preparan con queso parmigiano, conchitas al parmesano. A Sara le gusta la idea y está casi segura de que ayer las vio en la carta del chiringuito. A mí me apetece volver a comer arroz a chaufa así que esperamos contentarnos los dos en nuestro chiringuito de confianza. Arroz tienen, como ayer, pero no conchitas. Nos explican que no tienen el queso. Como ya nos hemos sentado y pedido el arroz habrá que esperar para ir a otro sitio a ver si tienen. Mientras llega el plato pregunto en los demás chiringuitos si lo tienen. No creo que tengan problema en servirlo en cualquier mesa con que se les pague. Resulta que no tienen el plato en ninguno de los cuatro. Habrá que comer rápido el arroz para que sigan abiertos los demás sitios a ver si tienen.
Tan estupendo como ayer, aunque puede que un poco más pequeño. He sido capaz de acabarlo por completo. Al pedir la cuenta se confirma. En la carta el arroz cuesta ocho o diez soles, el de ayer fueron diez y el de hoy son ocho. En un restaurante del paseo marítimo nos dicen que sí tienen conchitas. No hay nadie más que los dueños viendo la televisión, pero nos sentamos. Sale una a comprar algo nada más pedir y al rato vuelve con un paquete de queso parmesano rallado. También se lo podían haber currado un poco los del chiringuito e ir a comprarlo. El plato le gusta mucho a Sara, ha merecido la pena.
De vuelta al hostal encontramos en el canal de National Geographic un documental de «Megaconstrucciones clásicas» que trataba de Machu Picchu. Habíamos visto anunciado que lo pondrían a las diez, pero debe ser en otro país, porque está acabando a las diez cuando llegamos.
Un poco más de televisión y diario y a dormir. Hoy sin hora.