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Perú (XLIV), más reserva natural de Paracas

Jueves 14/05/2009 (y 3 )

De vuelta al restaurante todavía no han terminado todos. Nos sentamos en una roca de la playa a admirar el paisaje un rato más con tranquilidad, esta es la parte relajante del viaje.

Con todos en la furgoneta de nuevo nos dirigimos a la playa roja. No es extraño el nombre, la arena de la playa es roja y el motivo es el óxido de hierro de las montañas. Miles de años siendo comidas por las olas han creado la playa de arena de montaña. El guía nos cuenta que el francés pensaba que la excursión consistía en traernos a la reserva y dejarnos andar sin más por donde quisiéramos. No le gusta ir en grupo, se nota porque no se ha quitado el iPod en ningún momento y lo lleva con un volumen que acará por dejarle sordo.

De vuelta al hostal no tenemos nada que hacer más que ver la tele por cable y descansar. Más tarde salimos hacia la terminal de autobuses, eso que está en mitad de la nada donde nos dejaron ayer para preguntar por los horarios para ir a Lima. Pasamos cerca de las obras de todos los hoteles de cuatro y cinco estrellas que nos han dicho que están construyendo y que estarán listos para fin de año, el verano. Suponemos que una vez terminen los edificios, los mismos hoteleros asfaltarán el camino, porque ahora no es más que arena y grava llena de baches sin aceras ni ningún sitio por el que andar.

Sólo venden pasajes de Cruz del Sur y el primero pasa a las 14:30. Nos interesaría coger uno por la mañana para llegar a Lima antes de que sea de noche. En el hostal nos dijeron que podíamos coger un taxi hasta la panamericana, que por allí pasan autobuses para Lima cada 10-15 minutos. El taxi nos costará unos 15-20 soles y nos esperará hasta que embarquemos en el bus, que saldrá por unos 15 soles hasta Lima. Mucho más económico y mucho más flexible, podremos llegar a la hora que queramos. Tampoco es que tengamos intención de madrugar demasiado, tres días en Lima son más que suficientes. Nos despertaremos sin alarma y después de desayunar saldremos.

Otro rato más en el hostal hasta la cena. En la reserva nos hablaron de las conchas que había, que las preparan con queso parmigiano, conchitas al parmesano. A Sara le gusta la idea y está casi segura de que ayer las vio en la carta del chiringuito. A mí me apetece volver a comer arroz a chaufa así que esperamos contentarnos los dos en nuestro chiringuito de confianza. Arroz tienen, como ayer, pero no conchitas. Nos explican que no tienen el queso. Como ya nos hemos sentado y pedido el arroz habrá que esperar para ir a otro sitio a ver si tienen. Mientras llega el plato pregunto en los demás chiringuitos si lo tienen. No creo que tengan problema en servirlo en cualquier mesa con que se les pague. Resulta que no tienen el plato en ninguno de los cuatro. Habrá que comer rápido el arroz para que sigan abiertos los demás sitios a ver si tienen.

Tan estupendo como ayer, aunque puede que un poco más pequeño. He sido capaz de acabarlo por completo. Al pedir la cuenta se confirma. En la carta el arroz cuesta ocho o diez soles, el de ayer fueron diez y el de hoy son ocho. En un restaurante del paseo marítimo nos dicen que sí tienen conchitas. No hay nadie más que los dueños viendo la televisión, pero nos sentamos. Sale una a comprar algo nada más pedir y al rato vuelve con un paquete de queso parmesano rallado. También se lo podían haber currado un poco los del chiringuito e ir a comprarlo. El plato le gusta mucho a Sara, ha merecido la pena.

De vuelta al hostal encontramos en el canal de National Geographic un documental de «Megaconstrucciones clásicas» que trataba de Machu Picchu. Habíamos visto anunciado que lo pondrían a las diez, pero debe ser en otro país, porque está acabando a las diez cuando llegamos.

Un poco más de televisión y diario y a dormir. Hoy sin hora.

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Comentarios

  • JAAC
    27 julio, 2009 a las 11:07

    Seguro 🙂

    Lo importante es que sean cómodas. Nosotros miramos muchas marcas antes de comprarlas en varias tiendas. No tenemos la espalda perfecta ninguno y es importante cuidarla 😉

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  • Alicia32
    27 julio, 2009 a las 10:59

    Nosotros nos hemos comprado las North Face Terra40…un caprichito…Es que ya fue verlas y todas las demás nos parecían poca cosa, pero seguro que les sacaremos partido…je je

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  • JAAC
    27 julio, 2009 a las 10:39

    De todas formas es que ponerle un candado a una mochila es muy complicado y, desde mi punto de vista, inútil. Nuestras mochilas llevan cierres por delante (sin cremallera) y luego cuerda para la parte de arriba, así que no se le puede poner un candado en ninguna parte. Además de que siendo de tela (o del material que sean, pero blando) siempre se pueden romper con una navaja y dejar el candado tan intacto :-S

    Sé que da pena… pero lo soportan :-), las nuestras sólo salen de casa para vuelos de más de seis horas y luego les damos caña en destino con trenes, buses, metro,… y están perfectas.

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  • Alicia32
    27 julio, 2009 a las 10:29

    Jo, es que la mochila nuevecica da pena…Y ya ves, si le pones candado y de verdad les interesa tu mochila pues se la llevan entera y punto…je je
    Gracias

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  • JAAC
    27 julio, 2009 a las 10:21

    La verdad es que mucha protección no usamos en las mochilas cuando viajamos. Las hemos dejado en la sala común del albergue de Moscú (un día), en el pasillo de la recepción de un hostal en Damasco (dos días), en la parte trasera de una agencia de viajes en Arequipa (un día),… y, por ahora (toquemos madera) nunca hemos tenido problema. En algunos hostales las meten en salas cerradas o, al menos, en salas para guardar el equipaje de la gente, pero muchas veces están al alcance de cualquiera. Eso sí, como todos hacemos lo mismo tampoco nos ponemos a rebuscar…

    Hace poco estuvimos un fin de semana en Bilbao y dejamos la mochila (una pequeña) en el hotel hasta la hora de coger el bus de vuelta. Cuando volvimos a por ella la persona de recepción era otra y nos dejó coger la mochila sin problemas… si hubiera entrado cualquiera se la podría haber llevado igual. En España no nos lo planteamos y creo que es más peligroso 😉

    Compramos un par de candados hace tiempo por si encontrábamos en algún sitio consignas sin candado poder usarlas. Son habituales en albergues, tienes la consigna pero o llevas tú el candado o lo tienes que pagar.

    Respecto al vuelo… la mochila sufre tanto como la maleta, todo depende de a qué quieras más 🙂 Nosotros las ponemos en «modo viaje» antes de facturarlas y listo. El «modo viaje» consiste en cerrar las fijaciones de cintura y pecho por la parte de delante de la mochila para que no queden sueltas y se puedan enganchar en cualquier parte. A parte de eso, nada más. La primera vez que las usamos, en Japón, las plastificamos a la ida, pero en Narita no había sitios en los que lo hicieran y desde entonces nada.

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  • Alicia32
    27 julio, 2009 a las 10:11

    JAAC, me acaba de surgir una duda. Como ya sabes vamos con mochilas y una pequeña para excursiones de 1 día, por lo que dejaremos la grande en el hostal en el que estemos o en consignas. En éste último caso no ha problema, pero si es un hostal…¿con qué protegías las mochilas del robo, para que no te la abrieran?¿candados o cosas así?¿dónde se puede comprar eso?¿y luego, las mochilas no sufren en el viaje Madrid-Lima?No sabemos si meterlas en una maleta normal y cuando lleguemos a Lima meter la ropa en la mochila y dejar la maleta en consigna hasta que nos vayamos…¿nos saldrá muy caro tenerla tantos días en consigna?

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  • JAAC
    27 julio, 2009 a las 09:38

    Aunque hacía «relativo» calor no estaban las cosas como para meterse en el agua. Pero sí que las playas de la zona son espectaculares, eso sí, nos dijeron que frías.

    A mí el tema molusco bivalvo es que no me llama… :-p

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  • Alicia32
    27 julio, 2009 a las 09:09

    Está muy chula la playa con esos colores..Y las conchitas al parmesano tienen muy buena pinta!!

    Responder