No sólo hay Pirineo en Lleida y Girona, Barcelona también tiene su Pirineo. A menos de una hora de la Ciudad Condal, de hecho recién aterrizados del avión, nos encontramos entre montañas admirando uno de los picos –o mejor dicho, doble pico– más famoso de Cataluña, el Pedraforca y, a unos pocos kilómetros de ahí, nos lanzamos a hacer turismo activo. Una vía ferrata un poco dura para mi nivel –nulo– pero que me dejó unas postales increíbles de ese Pirineo de Barcelona que acababa de descubrir.
Vías ferratas en Vallcebre, cerca de Barcelona o lo que se siente al colgar de una pared en la montaña
Yo tengo menos fuerza en los brazos que un niño de 5 años y peso unas cuantas veces más. A JAAC le encantan casi todas las actividades de turismo activo –las que no requieran subirse a una bici–, en otras palabras, todo tipo de “cafradas”, incluidas las vías ferratas. Yo prefiero las que no requieren esfuerzo como el parapente, ¡oh, qué bonito ir en parapente! Acabábamos de volver de Meteora, en Grecia, y de hacer una vía ferrata y seguíamos vivos, yo con unos cuantos moratones, eso sí. Y, vale, nos había gustado, a los dos. Éstos eran todos los datos que teníamos antes de llegar a Vallcebre, en el pirineo de Barcelona, para… sí, lo has adivinado: volver a hacer una vía ferrata.
Ah, un dato más: llegábamos en coche directos desde el aeropuerto de El Prat, nos habíamos despertado a las cinco de la mañana para coger el vuelo a Barcelona y no habíamos ni desayunado. Así empezamos la vía ferrata. Todo parecía prometer…
Mientras yo me ponía el arnés, JAAC hablaba con el guía, muy majo por cierto, y decidía el recorrido que haríamos. Hay tres vías ferratas diferentes en Vallcebre y teníamos que escoger cuál hacer. Estaba decidido: nosotros haríamos la intermedia, la de l’Empalomar de nivel ¡difícil! Está claro que no me tendría que haber distraído…
La vía ferrata de l’Empalomar
Prácticamente antes de empezar a subir, ya me quedé colgada de las cuerdas. Bueno, estaba comprobando que funcionaran bien… La vía ferrata de l’Empalomar empieza con la que el guía llamó “prueba de niños” que yo ¡no pasé! Empezábamos bien. Pero seguí adelante.
Así iniciaba el primer paso vertical de grapas. Luego había otro y, tras un balcón natural con vistas maravillosas al Vallcebre, venía la parte más difícil. Un paso que hay que ladear a la derecha casi exclusivamente a fuerza de brazos. ¿He dicho ya que no tengo fuerza en los brazos? El guía me decía que confiara en el material, que no mirara abajo y que no tuviera miedo a la altura. El tema es que yo confío totalmente en el material, no tengo miedo a las alturas y no tenía problemas en mirar abajo, simplemente mis brazos no daban mucho de sí. Pero llegué. Y, tras unas cuantas subidas y otro ladeo más, llegué al puente tibetano. ¡Ya empezaba la bajada! No he contado que me quedé colgando una vez más, pero tampoco hay que dar demasiados detalles.
Tuve agujetas durante una semana y moratones durante un mes pero tengo que admitirlo: la experiencia es muy chula y las vistas son increíbles. Además, la sensación de estar colgados en la pared de la montaña es única. Aunque a JAAC le habría gustado hacer la vía ferrata más difícil y se quedó con las ganas por mi culpa. ¿Lo habría conseguido?
A todo esto, él iba atrás encantado y un poco aburrido de seguir mi ritmo hasta que en el puente tibetano no se pilló el brazo con un cable del puente y se hizo un moratón más grande que los míos… ¡ah ah! Diría Nelson de los Simpsons.
Respecto al nivel, aunque sea oficialmente difícil, si pude hacerlo yo, eso es que casi todo el mundo con una forma física mínimamente decente puede. De hecho, la recomiendan también para novatos de las vías ferratas. Eso sí, no tienes que sufrir de vértigo, tienes que confiar en los materiales y… exacto, tener un poco de fuerza en los brazos.
Ah, se supone que la vía ferrata dura una hora y veinte minutos, yo tardé unas dos horas. Sí, ¡soy una nena! Desde aquí gracias de nuevo al guía y a los dos chicos que iban con nosotros, también guías pero que descubrían la vía con nosotros. ¡Santa paciencia la vuestra!
Dónde está y cómo llegar a la zona de las vías ferratas de Vallcebre
Para llegar en coche a la zona de las vías ferratas de Vallcebre, al pie de la sierra de Ensija, hay que llegar a Pla de la Barraca: coordenadas GPS: 42.199779, 1.803439, aquí lo tienes en Google Maps.
Hay un parking con paneles informativos y, cerca, el restaurante Can Borni, donde comimos nosotros. Está a menos de dos horas de Barcelona.
Turismo activo en Vallcebre, Pirineo de Barcelona: senderismo, barranquismo y vías ferratas
En Vallcebre, como decía, hay tres vías ferratas diferentes: la de La Canalassa, fácil –apta incluso para niños–; la de l’Empalomar, difícil, y la de Cal Curt, muy difícil. En la página oficial del Espai Actiu Vallcebre vienen todos los detalles de las tres rutas.
Además de las vías ferratas, hay también una escuela de escalada y se puede hacer barranquismo por el torrent del Forat Negre o el camino aéreo de l’Artic, un camino equipado con grapas y barandillas por la cresta de Conangle.
Algunas actividades, por ejemplo ésta última, son gratuitas pero otras, como la vía ferrata que hicimos, son de pago, para garantizar el mantenimiento y la seguridad de los caminos. También se puede ir con guía, como lo hicimos nosotros. El espacio es del ayuntamiento de Vallcebre y está gestionado por la empresa Cercle Aventura. En la web Espai Actiu Vallcebre está toda la información sobre las actividades, sus características y los costes.
Descubriendo el perfil del Pedraforca y trenes abandonados
Vallcebre se encuentra muy cerca del Pedraforca, una de las montañas más emblemática de Cataluña, por su forma tan peculiar: las dos cimas separadas por un collado. Después de conocer el Canigó, también tocaba conocerla a ella…
Eso sí, no hicimos senderismo por la zona y menos la ruta de ascensión hasta la cima de la montaña, que es la actividad estrella de turismo activo en la zona. Nos limitamos a observarlo y maravillarnos con sus vistas desde lejos.
Uno de los mejores sitios para ver el Pedraforca es desde la carretera que de Vallcebre va a Coll de Pradell (es pequeña y no tiene número), una pequeña pista asfaltada que sube por la montaña a un desnivel bastante impresionante y pasa entre bosque y hasta una antigua mina con trenes abandonados. ¡Muy recomendable!
Atardecer en el Pedraforca: cuando el sol se pone tras sus dos picos
Por otra carretera, la B-400, hay más miradores hacia el Pedraforca, el más famoso de ellos es el mirador del Pedraforca –sí, se llama así en un alarde de imaginación– , cerca de Saldes. Ahí, la segunda quincena de junio, se puede ver el sol ponerse entre los dos picos de la montaña. En la semana de San Juan se puede ver el sol ponerse entre los picos mirando la montaña de frente y el resto del mes moviéndose un poco a la derecha o a la izquierda.
Aunque vayas en otra época, ¡el espectáculo está asegurado! Como en el resto del Pirineo de Barcelona…
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