Si Barcelona tuvo a Antoni Gaudí, Girona tuvo a Rafael Masó. ¿Podían ser famosos dos arquitectos que vivían tan cerca al mismo tiempo? Podrían, o eso pienso yo. Pero los industriales barceloneses tenían más “seguidores” –casi como si de una red social se tratara– y fue el modernismo de Gaudí el que acabó por quedarse con una fama que se podía haber compartido. También puede que influyera el hecho de que Barcelona era más cosmopolita, lo que facilitaba que gente de otras partes descubriera la obra de Gaudí. Y, sobre todo, el hecho de que los edificios de Gaudí fueran mucho más llamativos y vistosos. Quién sabe, el caso es que es bastante probable que no hayas oído hablar de Rafael Masó.
La ocupación principal de Don Rafael era, obviamente, la arquitectura, pero su vena artística le llevó a escribir poesía y ser promotor del arte y la literatura. También ejerció como político y urbanista, llegando a diseñar la ciudad jardín de S’Agaró. Su amor por las tradiciones le hizo trabajar codo con codo con artesanos, fundando dos fábricas de cerámica –una de ellas todavía en activo–.
¿Cómo puede ser que no hubiéramos oído hablar de él? Y, lo que es más llamativo, ¿cómo podía no conocerle tampoco la hermana de Sara siendo arquitecta? Porque toda su obra está en la ciudad de Girona y sus alrededores –en Olot nos encontramos con la casa Masramon, aunque muy transformada– y, fuera de ese entorno, menos aún en el extranjero, es casi desconocido.
El Novecentismo
Vaya por delante que no soy arquitecto ni historiador de arte, pero no es posible recorrer la Casa Masó sin acabar con alguna noción de Novecentismo. No sólo porque nosotros tuvimos una fantástica visita guiada en la que nos lo explicaron, sino porque es la seña de identidad del propio Rafael Masó.
Frente al modernismo de Gaudí surgió el Novencentismo. Una corriente artística que influyó en la arquitectura, pero también en el diseño de mobiliario y espacios interiores, en la decoración, en la publicidad en forma de carteles… Sus señas de identidad eran la sobriedad, los elementos tradicionales catalanes y una pizca de estilo secesión –el “modernismo” austriaco–. Según nuestro guía, daba más importancia a los detalles que a la construcción de edificios llamativos en su conjunto.
El “problema” de esa idea, ante la exuberancia del modernismo catalán, es que puedes pasar mil veces frente a uno de sus edificios y no darte cuenta. Su objetivo es tener una apariencia discreta, casi humilde. Pero no sólo en el exterior, las salas interiores tampoco destacan dentro del conjunto.
La Casa Masó
La Casa Masó es la culminación del Novecentismo. El estilo de Masó no siempre gustaba a sus posibles clientes y muchos de sus diseños no llegaron a superar nunca el papel en que se mostraban. Por eso, cuando tuvo la ocasión de reestructurar la vivienda familiar a principios del siglo XX, se lanzó a mostrar al mundo sus ideas.
Lo más llamativo de la Casa Masó es que está tal y como la dejó tras la reforma (1910-1918). Ha ido pasando de padres a hijos o sobrinos de la familia, que han seguido viviendo en ella, hasta 2006, momento en que los últimos herederos la donaron al ayuntamiento y se creó la fundación Masó.
A pesar de ser su obra más apreciada y, seguramente, a la que más cariño tuvo, no llegó a “disfrutarla”. Aunque había pasado en esa casa toda su vida, la abandonó en 1912 cuando se casó. Su futuro suegro exigió que su hija siguiera viviendo en su casa después de casada, y Masó tuvo que mudarse.
Una curiosidad: la Casa Masó es, en realidad, la fusión de cuatro edificios que fue comprando la familia a lo largo de los años. Por eso su fachada es tan grande. Llama más la atención la que da al río porque, además de ser la única pintada de blanco, es la más ancha. Eso sí, que esté pintada de blanco no significa que no tenga detalles como cerámica y persianas amarillas o marcos de ventanas azules.
Visita la Casa Masó
La entrada a la Casa Masó ya era toda una declaración de intenciones: elementos medievales e incluso romanos, como el arco de medio punto, junto con los colores verde y blanco típicos del gótico catalán, pero colocados en diagonal para dar mayor sensación de amplitud y dirigirte hacia arriba por las escaleras. En ese momento nos dimos cuenta de que nada de lo que íbamos a encontrar en la casa estaba puesto sin un motivo práctico, además de estético. El Novecentismo en estado puro.
Lo primero que notamos es que no había escalones en las plantas de la casa. Al ser cuatro edificios juntos esperábamos encontrar las distintas alturas originales pero no. Parte del trabajo de Masó en la casa fue no sólo unirlas horizontalmente, sino unificarlas como un único espacio en el que sólo se aprecia el paso de un edificio a otro por el cambio de decoración en los suelos.
Es difícil elegir entre el comedor, en el que desde las cenefas de las paredes hasta los muebles y la lámpara son diseño de Masó; la cocina, un espacio para el uso del servicio pero del mismo modo pensado funcionalmente; la biblioteca, que fue el despacho de su hermano Santiago; la sala de estar, donde se pueden ver los cuadros que colgaban en las paredes de la casa; el dormitorio principal, regalo de boda para su hermano Joan; el servicio, el primero que se decoró siguiendo la línea del resto de la casa, incluso con materiales nobles…
Pero, desde nuestro punto de vista, la joya de la casa es la galería con sus vistas sobre la curva del río Onyar. No es difícil imaginarse aquí sentadas a las mujeres de la familia bordando las iniciales que el mismo Masó diseñó para fundas de almohadas, cojines, pañuelos, manteles…
Dirección: Carrer de les Ballesteries, 29
Horario: La Casa Masó se visita con guía de martes a sábado por la mañana y por la tarde –se recomienda escribir un correo electrónico o llamar para confirmar los horarios de las visitas–. Los domingos y lunes sólo abre para grupos de 20 o más personas. Cierra festivos locales y nacionales.
Precios: 5 €
La Ruta Masó
Fue en la Casa Masó donde, además de descubrir al propio Masó, nos enteramos de que había una ruta que unía sus edificios en la ciudad de Girona. Impresionados como habíamos quedado con ese Novecentismo tan funcional, no dejamos pasar la ocasión de visitar los demás trabajos del arquitecto y nos lanzamos a recorrer la Ruta Masó.
Desde una farmacia –la farmacia Masó-Puig todavía en activo– hasta una barbería –la barbería Dalmau, hoy convertida en floristería–, pasando por una fábrica de harinas, bloques de apartamentos y casas –como las Salieti, Corominas, Colomer o Gisper Saüch–. Tómate tu tiempo y busca la pequeña placa que identifica cada edificio como obra suya porque, como he dicho antes, desde fuera no es fácil reconocerlos por su sobriedad.
Si, como nosotros, te animas a hacer la ruta, puedes seguir el mapa creado por la Fundación Masó en Google Maps.
Ya conoces a Rafael Masó y el Novecentismo, ahora tendrás que ir a visitarlo en su Girona natal.
¿Quieres visitar la Casa Masó y recorrer la Ruta Masó en Girona? Aquí puedes hacerlo:
- Busca tu vuelo más barato a Girona aquí.
- Escoge el hotel que más te guste al mejor precio en Girona aquí.
- Alquila el coche en Girona al mejor precio aquí.
- La mejor guía de Cataluña aquí.
- Contrata tu tour guiado en Girona aquí.
- Contrata tu seguro de viaje con un 5% de descuento aquí.