Castillos de Bolzano y Tirol del Sur

Paisajes montañosos que parecen irreales pero también mucha historia en esta parte de Italia tan poco conocida. El Tirol del Sur “esconde” un pasado de luchas de poder, de condados, de señores feudales, de obispos… que pelearon por cada metro de territorio –a veces con las armas y otras con la diplomacia–. ¿Lo “esconde”? ¿Seguro? Lo cierto es que la cantidad de castillos que van apareciendo desde el coche en una ruta por los Dolomitas en la provincia de Bolzano da bastantes pistas.

Si a nosotros nos gustan los castillos más que a un tonto un lápiz… llegar a la capital de la provincia, Bolzano –donde ya sabíamos que nos esperaban unos cuantos castillos que visitar– y enterarnos de que, ese fin de semana, se celebraba Castelronda fue como una señal. No sólo veríamos muros, torreones, salas cubiertas de frescos, capillas…, también mercados medievales con sus artesanos vestidos de época; sbandieratori, los artistas que “juegan” con las banderas y estandartes como si fueran cintas de gimnasia artística; tamburini, los que tocan el tambor; y hasta justas, a cargo de los armigeri. No nos lo podíamos perder.

Pero no sólo de Bolzano viven los castillos de Tirol del Sur. Hemos leído que es la región de Europa más rica en castillos, fortalezas y residencias palaciegas con ¡más de 800! No lo podemos asegurar y, nos tememos, que el marketing puede llevar a grandes titulares poco “contrastados”. En cualquier caso, con la cantidad de fortalezas que vimos desde las ventanillas en nuestra ruta en coche por Sudtirol, está claro que pocos, lo que se dice pocos, no hay.

Castel Mareccio – Schloss Maretsch, en casco histórico de Bolzano

Si lo normal es encontrar los castillos en lo alto de montes, asomados a precipicios o rodeados de bosques… el castillo Mareccio es todo lo contrario. Está en plena llanura, en mitad del casco histórico de Bolzano, a menos de 10 minutos andando de la plaza central. Hay un viejo dicho local que reza “Venecia nada en agua y Bolzano nada en vino” y el castillo de Mareccio no iba a ser la excepción: está rodeado de viñedos. No pudimos evitar que la imagen de la ciudad amurallada de Carcasona con sus viñedos apareciera en nuestra cabeza: fortalezas, muros, torres y viñedos, una combinación peculiar pero muy efectiva en las fotos.

El interior del castillo es menos impresionante, bien es cierto que la estampa exterior había puesto las expectativas por las nubes: ha sido transformado en un centro de convenciones y negocios… ¿Extraño? No tanto, la historia del castillo está trufada de negociaciones entre el conde de Tirol y el obispo de Trento. De todas formas, no hay que dejar de admirar los frescos renacentistas pintados en el siglo XV.

Durante la fiesta de Castelronda, pudimos disfrutar de un espectáculo de sbandieratori y tamburini y una recreación de torneo medieval, recreación controlada, nada que ver con el torneo de lucha medieval de Belmonte donde los mandobles de espada son reales.

Castel Roncolo – Schloss Runkelstein, el castillo ilustrado

En las afueras de la ciudad de Bolzano, en el acceso al valle Sarentino – Sarntal, se encuentra la joya de la corona de los castillos de Bolzano. En el interior de Castel Roncolo – Schloss Runkelstein se encuentra el mayor ciclo de frescos profanos –ojo, que profano significa que no son religiosos, no que sean libertinos ni deshonestos– medieval de Europa. Pero eso es “sólo” en su interior, el exterior responde a lo que todos pensamos al imaginar un castillo: una mole de piedra con sus torres en punta en la ladera de una montaña rodeada por espesos bosques. Los “me gusta” en tus fotos de redes sociales están asegurados.

Los frescos que decoran su interior fueron pintados durante el siglo XV y muestran cómo era la vida diaria de la sociedad cortesana. Desde la representación de juegos y torneos, hasta costumbres de la época. Allí nos hizo notar la guía que los vestidos de las damas casaderas tenían más escote que las de las casadas y la existencia del personaje de la frau minde, la casamentera o celestina. Además de encontrarnos por primera vez con las leyendas artúricas, con la historia de Tristán e Isolda.

Si quieres aprovechar tu visita para ganar un dinerito, una leyenda cuenta que hay un tesoro escondido en los muros del castillo que debe ser buscado en noches de Luna llena acosado por fantasmas… La leyenda también cuenta que, cuando se encuentre, el castillo entero colapsará, así que tendrás que salir rápido.

Atento a las frases pintadas en los frescos: “Quien viaja sin encontrar a otro no viaja se desplaza” –¿quién dijo que los gurús viajeros han aparecido en el siglo XXI? – o “Donde todos piensan igual nadie piensa mucho”.

Castel Rafenstein – Schloss Rafenstein, el castillo de San Genesio

Ya escribimos de la maravilla alpina que encontramos en San Genesio pero, el día de antes, nos habíamos acercado a “su castillo”. A diferencia de los otros dos castillos de Bolzano, el de Rafenstein no ha sido conservado ni restaurado y, las muchas batallas y ejércitos que han pasado por aquí lo han convertido en poco más que una ruina. ¿Hace esto que merezca menos la pena visitarlo? Pues, sinceramente, sí, pero también es cierto que su aspecto, de fortaleza asediada, conquistada y luchada, le da un encanto que las salas de reuniones le quitan a Castell Mareccio.

Tenemos que confesar que nosotros fuimos, además de porque “nos gustan los castillos más que a un tonto un lápiz” como ya he dicho, porque, durante Castelronda, había un mercado medieval con artesanos trabajando en el interior de los muros del castillo. En otro momento posiblemente no hubiéramos ido.

Castel Tirolo – Schloss Tirol, el origen de una región histórica: el Tirol

Todas las veces que has oído hablar o hablado del Tirol, de los tiroleses, pensando en sus vestidos o escuchado sus cantos… estaban pensando, sin saberlo, en el castillo Tirolo o Schloss Tirol. Aquí, en el pequeño monte Tirol, nació la región en el siglo XI por una disputa entre el señor de la zona y el Papa. Más tarde sería castillo de la corte del emperador Carlo Magno.

Te preguntarás: si el monte Tirol con el castillo Tirol que da nombre a la región está en Italia, ¿por qué el Tirol es Austria? Bueno, la respuesta es sencilla: en el siglo XIV, cuando el último conde Tirol murió sin descendencia, no existían Italia ni Austria, pero sí el imperio austrohúngaro, del que pasó a formar parte. Tras la primera guerra mundial y la derrota del imperio austrohúngaro, se “separó” en Tirol, Austria, y Tirol del Sur, anexionado al Reino de Italia.

Después de esta clase de historia muy resumida, volvemos al castillo: soberbio. Un castillo que ha dado nombre a una región en dos países no podía no serlo. Ya lo mostramos como uno de los 10 paisajes que te harían soñar con los Dolomitas porque cumple todos los requisitos que esperas que tenga un castillo ideal y, además, es enorme. Murallas, torre del homenaje, cripta, dragones esculpidos en el mármol de los capiteles, capillas, sala de los caballeros –la sala cívica más grande de los alrededores–, vidrieras, 1.300 frescos, esculturas… tienes que verlo.

Castello di Rodengo – Schloss Rodenegg, el castillo de la familia Wolkenstein

Uno más de los castillos de Tirol del Sur, uno más con un ciclo de frescos, pero con una curiosidad añadida: no se trata de un edificio público sino de la mansión privada de la familia Wolkenstein, familia que se hizo con él en el siglo XVI y que sigue habitándolo en vacaciones ¡cinco siglos después!

Construido en el siglo XII y ampliado más tarde por la familia Wolkenstein en el siglo XVI, es uno de los castillos más grandes de la región. Sí, un exterior impresionante con una caída desde la muralla al valle de unos cientos de metros, piedras cargadas de historia, un puente de madera –recuerdo del antiguo puente levadizo– para llegar a la puerta… pero es el interior el que nos dejó con la boca abierta, bueno, más abierta.

En 1972, durante unas obras de restauración, se descubrió un ciclo de once frescos del siglo XIII, posiblemente los más antiguos de Europa no religiosos. Sí, es evidente que en esta zona las luchas con el Papa estaban a la orden del día y las historias de caballeros y damiselas eran más apreciadas por los señores en sus muros que las de martirios y santos. En este caso, se cuenta la historia de Iwein, del poeta Hartmann von Aue, que formaría parte del ciclo artúrico germano.

La historia llena de amores, luchas, duelos, magia y todo lo que un buen poema caballeresco debe tener, está totalmente pintada en las paredes del castillo y se puede seguir con facilidad. Claro, seguir si la conoces, si no, es mejor que el guía te la vaya explicando, como hizo con nosotros. Y como también nos fue enseñando el resto del castillo visitable transformado en museo en el que ver la armería, la cocina, la capilla… y el árbol genealógico de sus dueños también pintado en la pared.

¿Quién iba a pensar que nos encontraríamos tantas leyendas artúricas en los castillos de Tirol del Sur? Murallas, torres, guerras… pero también lujo, pompa, boato y algunos de los frescos más importantes del mundo en esta región italiana llena de castillos.

Eso sí, no sólo hay castillos… echa un vistazo a las 10 cosas que ver en Bolzano.