Viajar a Río de Janeiro no estaba en nuestro plan inicial de viaje cuando salimos de casa camino de Sudamérica. No ir habría sido un error imperdonable. Visitar una favela en la Cidade Maravilhosa era algo que nos parecía una locura antes de llegar. Una vez en la ciudad nos convencimos de que era algo teníamos que ver en Río de Janeiro. Si Michael Jackson fue en 1996, ¿por qué no íbamos a ir nosotros en 2013? No hacerlo, habría sido otro error imperdonable.
Favelas y favelas, ¿son sitios peligrosos?
El origen de las favelas es mísero: habitantes de otras partes del país acuden a la llamada de la opulencia de las ciudades pensando que, con llegar, encontrarán un trabajo que les haga compartir ese sueño dorado de buena vida. Lamentablemente no sucede así, ni en Río de Janeiro ni en ninguna ciudad del mundo. Las ciudades se aprovechan de las personas que se acercan hasta ellas con la esperanza de conseguir algo y acaban atrapadas en una situación límite que les permite sobrevivir pero que las mantiene atadas a ella sin poder siquiera escapar.
En Río de Janeiro las favelas suben por las laderas de los morros, los montes que se elevan por toda la ciudad. Las mejores vistas de la bahía están en las casas de los más pobres, irónico, ¿verdad?
Ya dijimos en su momento que Río de Janeiro no era una ciudad tan peligrosa como la pintan en las noticias, pero que tampoco hay que perderle el respeto, ni creer que “todo el campo es orégano”. Las favelas son sitios tremendamente pobres y los delincuentes y narcotraficantes controlan algunas de ellas. Esas favelas son realmente peligrosas para los incautos que se lancen a ellas. Son las favelas pacificadas –el término que se utiliza para indicar que la policía es quien la controla– las que pueden visitarse, incluso con tours gestionados por sus propios habitantes.
La favela de Santa Marta, una visita imprescindible en Río de Janeiro
Ya teníamos la idea de visitar una favela. Habíamos visto y leído que era posible y nuestra anfitriona de couchsurfing nos lo confirmó. Cuando le comentamos que queríamos ir a alguna nos dijo que le parecía perfecto, que lo había pensado pero que no quería decirnos nada para que no nos sintiéramos presionados. No había presión, había curiosidad y también respeto.
La elegida fue la favela de Santa Marta, la de Michael Jackson y su vídeo They don’t care about us o la de El increíble Hulk (la de Edward Norton). La favela de Santa Marta fue la primera de las pacificadas, la primera en la que entró la policía brasileña para “sacar” a los narcotraficantes del ‘Comando Vermelho’, la banda criminal más potente de la ciudad –cuando estuvimos allí todavía era posible ver las marcas de los impactos de bala en algunas paredes–. Eso fue en diciembre de 2008, Michael, doce años antes, les había pagado por su protección durante la grabación del vídeo.
Caminando por una favela de Río de Janeiro
Caminar por la favela de Santa Marta es caminar tranquilo. Sí, como suena. Como las favelas “suben” por los morros, decidimos que lo mejor era comenzar por la parte más alta y bajar caminando –con la estúpida ilusión de que sería un camino sin pérdida–. Y ¿cómo llegar a la parte más alta? Con un funicular que te lleva hasta allí de forma gratuita desde la praça Corumbá, el punto de acceso a la favela.
En el funicular, con nosotros, iban varios niños que jugaban con sus teléfonos móviles –a la altura del nuestro, que habíamos dejado en casa por precaución y, por qué no decirlo, miedo– y un par de turistas más. Conforme subía, los niños iban bajando –son cinco paradas– camino de sus casas pero los turistas permanecíamos. En el punto más alto, la quinta parada, salimos todos y nos asomamos. La favela de Santa Marta se mostraba para nosotros de una forma muy distinta a como la habíamos visto desde los miradores de Río de Janeiro.
¿Qué hicimos nosotros? Pues comenzar a andar sin rumbo fijo con la idea de ir hacia abajo hasta llegar a la praça Cantão. ¿Qué hicieron los otros turistas? Volver a montar en el funicular para salir de la favela, ya tenían su foto y no se atrevieron a más.
Calles estrechas, callejones, caminos, pasadizos… la anchura de cada vía de acceso varía en función del tamaño de la chabola, de dónde se colocó, del ángulo de la pendiente…Las chabolas de la favela de Santa Marta son de todo tipo, desde “casas” con paredes de ladrillo a chamizos de madera llenos de agujeros colocados sobre pequeños torrentes que se forman ladera abajo.
En seguida llegamos a la plaza con la estatua de Michael Jackson. Eso fue fácil. Lo complicado llegó después cuando las calles no bajaban, corrían paralelas a la pendiente, acababan sin salida, giraban y volvían a subir.
Si ya habíamos comprobado que los brasileños tenían un carácter más que amable, ¿no sería igual en una favela? Además, estábamos completamente perdidos. Nos lanzamos a preguntar a unos chavales que se cruzaron con nosotros. Todo sonrisas nos explicaron por dónde continuar, incluso nos acompañaron hasta la curva más complicada. No fue la única vez que tuvimos que preguntar y no fue la única vez que las sonrisas de los habitantes de la favela nos acompañaron. La Cidade Maravilhosa tiene algo especial y hasta las favelas son felices, al menos unas horas al día.
Finalmente llegamos a la colorida praça Cantão. Por allí pasaron en 2010 los artistas Haas&Haan con su proyecto Favela Painting. Ahora son dos los símbolos más conocidos de la favela Santa Marta: la estatua de Michael Jackson y los colores de la praça Cantão.
Tours en la favela de Santa Marta
Si, como los dos turistas que subieron en el funicular con nosotros, no te sientes capaz de caminar en solitario por una favela, siempre puedes contratar un tour con alguna empresa. Nuestro consejo es que lo hagas en la favela o en su web. Allí encontrarás las mesas en las que los propios habitantes serán tus guías y estarás seguro de que tu dinero acabará ayudando a la comunidad porque, a pesar de sus sonrisas, la situación de pobreza en la que viven te tocará el corazón.
Cómo llegar a la favela de Santa Marta
La favela de Santa Marta está en pleno barrio de Botafogo, muy cerca de donde estaba nuestra casa de couchsurfing. Tanto que llegamos hasta allí andando tranquilamente. Si no estás en el barrio, puedes llegar a la favela en metro hasta la parada Botafogo o en autobús –la cantidad de líneas y los recorridos que hacen en Río es tan grande y tan cambiante que tendrás que preguntar–.
Otras favelas visitables en Río de Janeiro
Nosotros tuvimos suficiente con visitar la favela de Santa Marta pero ten en cuenta que hay más de mil favelas en Río de Janeiro y varias pueden ser visitadas. La favela Rocinha –la más grande del país–, Cantagalo/Pavão-Pavãozinho, Vidigal, Babilônia/Chapéu Mangueira, Complexo de Alemão o Vila Canoas son otra opción. Eso sí, asegúrate de que la situación sigue siendo tranquila en la favela y, si tienes dudas, contrata a una empresa de tours.
Más sobre favelas en el cine
Para cuando llegamos a Río de Janeiro ya habíamos pasado por São Paulo y nos habían recomendado ver la película Tropa de Elite, en la que vimos cómo trabajaron las fuerzas de pacificación en las favelas brasileñas –aunque las marcas de balas ya nos habían dejado claro que aquello no había sido precisamente pacífico–.
Ya en Río recibimos otra recomendación cinematográfica: Cidade de Deus, basada en una historia real de habitantes de la favela Cidade de Deus de Río de Janeiro, la segunda de las favelas pacificadas de la ciudad.
En Brasil confirmamos que no todo es como aparece en las noticias, pero que hay que tenerles respeto. Las favelas no son todas peligrosas, pero hay que estar seguro de dónde se entra.
¿Te quieres de ir de viaje a Río de Janeiro? Aquí puedes hacerlo:
- Busca tu vuelo más barato a Río de Janeiro aquí.
- Escoge el hotel que más te guste en Río de Janeiro al mejor precio en aquí.
- Contrata tu traslado desde el aeropuerto a tu hotel aquí o alquila el coche en Brasil al mejor precio comparando entre varias compañías aquí.
- Las mejores guías de Brasil aquí.
- Contrata tu tour guiado en Río de Janeiro aquí.
- Contrata tu seguro de viaje con un 5% de descuento aquí.