La llegada de los conquistadores a Sudamérica llevó con ellos una forma de construir ciudades “perfectas”. Si los romanos tenían su cardo y decumano, su foro y su muralla, las ciudades coloniales tenían su forma de damero con manzanas perfectas delimitadas por calles rectas –muy romano–; la conocida como Plaza de Armas en su centro –como el foro romano–, con la catedral y el cabildo, y casas porticadas; y una plaza más pequeña a un lado de la principal. Son las ciudades coloniales españolas, pero también las hubo portuguesas, con un diseño parecido, en Uruguay y Brasil. Recorremos la historia siguiendo quince de las ciudades coloniales más bonitas de Sudamérica viajando por Uruguay, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia.
La ciudad colonial de Colonia del Sacramento, Uruguay
Nuestro primer encuentro con una ciudad colonial fue en Uruguay, en Colonia del Sacramento. Calles empedradas, casas bajas, plazas, vista al mar, el faro, los coches antiguos transformados en jardines… Nos pareció difícil mejorar aquel primer contacto pero no llevábamos ni dos semanas en Sudamérica y quedaba mucho tiempo para seguir descubriendo maravillas.
La ciudad colonial de Paraty, Brasil
Entre las grandes ciudades de São Paulo y Río de Janeiro descubrimos la tranquilidad del primero de los muchos paraísos brasileños que veríamos: Paraty. La ciudad colonial portuguesa nos enamoró. Las mismas calles empedradas –aquí llanas– con el mar y las escunas –los barcos turísticos que recorrer la costa– y también la animación nocturna, los bares y restaurantes y esa sensación de pueblo pequeño que te permitía pasear de noche sin pensar en nada más que en disfrutar.
La ciudad colonial de Ouro Preto, Brasil
Una de las ciudades coloniales más ricas de Brasil. Ouro Preto significa Oro Negro y el nombre se debe al color del oro –oscuro– que se encontraba en las minas que se abrieron en los alrededores de la ciudad –muy cerca se encuentra la ciudad, también colonial, de Ouro Branco–. Las condiciones de trabajo en las minas hicieron que gran cantidad de esclavos murieran en ellas. El oro que se extraía de allí llegaba, por el Camino Real, hasta Paraty donde se embarcaba. Hoy en día es una ciudad universitaria con estudiantes de todo Brasil que la convierten en un lugar lleno de animación. Magníficas iglesias –decoradas con el oro que salía de sus minas–, repúblicas –los colegios mayores de las universidades–, naturaleza…
La ciudad colonial de Salvador de Bahía, Brasil
La enorme ciudad brasileña de Salvador de Bahía todavía mantiene una zona colonial en su centro. Es el pelourinho, la zona de calles empedradas, de antiguas iglesias, de casas bajas y de fiesta diaria. El lugar en el que se encuentran las bahianas vendiendo su acarajé o donde Michael Jackson grabó parte de su vídeo “They don’t care about us”. La esencia de la mezcla brasileña y uno de los lugares donde más disfrutamos de la hospitalidad del país.
La ciudad colonial de São Luis, Brasil
La última de las grandes ciudades coloniales que visitamos en Brasil fue São Luis do Maranhao con su casco histórico declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO. A la belleza propia de la ciudad hay que añadir las fiestas juninas que se celebraban en el momento en que pasamos por Sao Luis. A poca distancia en barco –aunque hay que tener en cuenta la marea que hace que los horarios cambien cada día– está la ciudad de Alcãntara que tiene el último pelourinho original de la época colonial portuguesa.
La ciudad colonial de Cartagena de Indias, Colombia
La joya de la corona de las ciudades coloniales de Sudamérica es Cartagena de Indias, en Colombia. Con un centro histórico amurallado de calles estrechas, casas con coloridos balcones de madera, plazas con vendedoras de frutas con vestidos tan coloridos como los edificios, animación nocturna… Una maravilla que enamoró a Gabriel García Márquez y a nosotros –aunque saliendo de la zona amurallada la ciudad pierde todo su encanto–.
La ciudad colonial de Mompox, Colombia
A pesar de que nuestro primer día no fue el mejor del viaje… tengo que reconocer que Mompox es preciosa: con sus dos calles, sus paisanos y sus paisanas sacando las mecedoras a la calle al ponerse el sol y charlando animadamente con los vecinos, sus edificios históricos, sus iglesias… Un viaje a una ciudad colonial que todavía sigue anclada en esa época. El encanto de los pocos turistas se “paga” con la falta de dinero para restaurar y rehabilitar los edificios como en Cartagena de Indias.
La ciudad colonial de Barichara, Colombia
Otro pueblo colonial anclada en el pasado, aunque con mucho más turismo que Mompox, es Barichara, considerado, por los propios colombianos, como el pueblo colonial más bonito de Colombia. Una pequeña población que parece surgida de la misma tierra. Las calles de piedra ocre dan lugar a casas bajas de paredes blancas y techos del mismo color ocre que las calles. Cerca de Barichara se encuentra el pueblo de Guane al que se llega siguiendo el Camino Real.
La ciudad colonial de Quito, Ecuador
El casco histórico colonial más grande de Sudamérica y el mejor conservado. No en vano Quito fue la primera ciudad, junto con Cracovia, declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 1978. Desde la calle de las siete cruces a la Plaza de Armas, la iglesia de San Francisco, la de la Merced o la de la Compañía de Jesús… Seguimos subiendo, Quito es la capital más alta sobre el nivel del mar.
La ciudad colonial de Cuenca, Ecuador
La ciudad colonial perfecta, la que cumple todas y cada una de sus característica distintivas es Cuenca, en Ecuador. Su Plaza de Armas y su plaza de las Flores, su catedral y su cabildo, las casas porticadas con sus balcones de madera, sus iglesias… y sus tradiciones como el sombrero de paja toquilla, el conocido Panama Hat, por no hablar de sus restos incas y kañaris, hacen de Cuenca parada obligada en Ecuador.
La ciudad colonial de Trujillo, Perú
Casas de colores, una enorme Plaza de Armas, balcones, calles amplias… bienvenidos a Trujillo. A pesar de la belleza de la ciudad y su casco histórico, los yacimientos arqueológicos de sus alrededores con restos mochicas y chimú le quitan algo de protagonismo.
La ciudad colonial de Lima, Perú
La capital peruana fue una de las ciudades más importantes durante la época colonial y su centro histórico lo demuestra con una impresionante plaza de Armas. El resto de la ciudad ha perdido bastante de ese estilo pero recorrer el centro, sin preocuparse por todas las advertencias de seguridad que aparecen en las guías de viaje, es algo que no se puede dejar de hacer en un viaje a Perú.
La ciudad colonial de Cuzco, Perú
Cuzco, la antigua capital del imperio inca, fue transformada en una preciosa ciudad colonial con sus mezcla de restos incaicos e iglesias. Poco se puede decir de esta más que conocida ciudad que no puede faltar en ningún viaje a Perú.
La ciudad colonial de Arequipa, Perú
Arequipa, conocida como la ciudad blanca, ha sabido atraer a los turistas y, al mismo tiempo, mantener su arquitectura y su esencia colonial. Una Plaza de Armas llena de bares, restaurantes, hoteles y agencias de viaje, junto con las calles del casco histórico, también dedicadas casi por completo al turismo, pero que conservan sus antiguas casonas. La joya de la corona es el convento de Santa Catalina.
La ciudad colonial de Potosí, Bolivia
Potosí es una de las ciudades coloniales más bonitas de Bolivia –aunque la cantidad de cables que cruzan sus fachadas y sus calles le quiten mucho encanto, sucede lo mismo con otra preciosa ciudad colonial boliviana: Sucre–. Las minas de plata del cerro Rico, la vida de los mineros y la casa de la moneda son más motivos para visitar la ciudad. Pasamos por allí en Navidad y la mezcla colonial con la decoración de las luces de colores fue todavía más sorprendente.
Por supuesto hay muchas más ciudades coloniales que ver en Sudamérica, pero por alguna hay que empezar, ¿no?
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