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El castillo de Escornalbou, de monasterio a casa burguesa

Después de recorrer los pueblos de la Baronía de Escornalbou en el Baix Camp, teníamos que visitar lo que fue su centro: el monasterio de San Miguel de Escornalbou, más conocido como castillo de Escornalbou. Desde él se controlaba la vida de los pueblos de la baronía: Duesaigües, Riudecanyes, Vilanova d’Escornalbou, L’Argentera, Colldejou, Pradell de la Teixeta y la Torre de Fontaubella. Y no sólo se hacía con las órdenes que de allí salían, sino también con una vista privilegiada de la zona desde lo alto de sus muros. ¡Atentos a la puesta de Sol!

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El monasterio castillo de San Miguel de Escornalbou

Nos remontamos a la época de la Reconquista. Tras la toma de Siurana, se daba por cristianizada la zona, pero la serranía daba refugio a sarracenos y fugitivos que hacían peligrar la seguridad de sus caminos y comunidades. Construir una fortaleza cuando la línea de combate ya no estaba en la zona no tenía mucho sentido, pero dejar la sierra en manos de forajidos tampoco era una opción para Alfonso II de Aragón a mediados del siglo XII. La solución estaba en manos de la Iglesia.

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Los terrenos fueron cedidos a cambio de la construcción de una capilla dedicada a San Miguel en la montaña y un monasterio para los canónigos que cuidaran del templo. Asunto arreglado: el monasterio de San Miguel de Escornalbou, al hallarse en terreno casi enemigo, debía estar fortificado y se podía usar como castillo si era necesario.

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Con semejantes comienzos tan “interesados”, la comunidad augustiniana no tenía mucha esperanza de vida y, aunque perduró hasta el siglo XVI, acabó por desaparecer. Llegaron después los monjes franciscanos para convertirlo en seminario. Y, más tarde, la desamortización de Mendizábal y su abandono.

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Eduard Toda i Güell y su restauración

Podría parecer entonces que no quedarían más que ruinas que visitar, pero no es así. A principios del siglo XX, Eduard Toda i Güell –un apellido ilustre en la Cataluña de esos años– decidió comprar el antiguo monasterio con la intención de restaurarlo –a su gusto, eso sí– y convertirlo en su vivienda. Años antes había planeado hacer lo mismo con el Monasterio de Poblet. Aquel proyecto no salió adelante y se volcó en Escornalbou con la intención de vivir allí hasta su muerte e, incluso, ser enterrado entre sus muros. Finalmente no ocurrió porque acabó trabajando en esa restauración tan ansiada y fue enterrado en Poblet.

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Gracias a su paso por el monasterio de Escornalbou hoy en día es posible conocer la forma de vida de la burguesía ilustrada catalana. La iglesia, románica de una nave con un rosetón en la fachada, su cripta, y parte del claustro –una zona se convirtió en jardín– se mantuvieron como estaban desde su construcción en el siglo XII. Pero el edificio del monasterio se transformó en residencia privada con todas las comodidades que el antiguo cónsul, que había hecho fortuna en Londres, se podía permitir. Incluso contó con la ayuda de su amigo Gaudí en la restauración de la que sería su casa.

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Muebles señoriales, grandes estancias en las que recibir a sus invitados y celebrar sus reuniones, zonas de servicio y una biblioteca llena de conocimiento adquirido a lo largo de su carrera diplomática esperan nuestra visita en el antiguo monasterio. Eso sí, la distribución de las habitaciones no sigue un orden muy claro y es posible acabar más perdido que en una tienda de IKEA. También hubo en la casa una importante colección de antigüedades de Egipto, donde Toda pasó varios años, pero acabó cediéndola al Museo Arqueológico Nacional de Madrid y al Museu Víctor Balaguer de Vilanova i la Geltrú.

Leyendas del castillo de Escornalbou

Durante años, entre la desamortización y la compra de Toda, se pensó que el monasterio de San Miguel de Escornalbou estaba maldito porque se oían ruidos y se veían fuegos iluminando sus ventanas. Nada más lejos de una maldición: aprovechando su abandono, unos falsificadores lo utilizaban para acuñar moneda falsa.

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El “buen demonio” es otra de las leyendas de la casa. Una pintura en las cocinas recuerda el episodio en el que un amor imposible acabó en… ¿tragedia? El hijo de un emir enamorado de la mujer del guarda del castillo, él musulmán y ella cristiana. Ambos huyen a lomos de un caballo. En su carrera el caballo se despeña por un acantilado y los cuerpos de los tres –los dos amantes y el caballo– nunca son encontrados. La leyenda dice que el diablo los salvó, aunque otra versión dice que los llevó al infierno para pagar por sus pecados de adulterio.

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El castillo de Escornalbou hoy

Hoy en día, el monasterio de San Miguel de Escornalbou es propiedad de la Diputación de Tarragona y de la Generalitat de Cataluña y, además de como museo, también se utiliza como escenario de eventos y conciertos de música. En los terrenos del castillo de Escornalbou también hay varias rutas de senderismo para disfrutar de la sierra, aquella cedida por Alfonso II.

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Naturaleza, historia medieval e historia cercana en mitad de la montaña, eso es el monasterio de San Miguel, el castillo de Escornalbou.

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