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Las historias del camino de Santiago

El camino de Santiago es una de las rutas más antiguas y más transitadas del mundo. Durante los días que pasas caminando te da tiempo, como bien dijo Ignacio, a estar contigo mismo, hartarte de ti, estar con más gente y compartir la experiencia. Nosotros, desde el primer día, decidimos que queríamos conocer a otros caminantes, pero sin renunciar a andar los dos solos, e incluso cada uno sólo consigo mismo en un silencio que podía durar kilómetros. En los quince días que duró nuestro camino desde León hasta la plaza del Obradoiro, nos encontramos con la solidaridad, el ánimo, el esfuerzo, el tesón… incluso con la rutina en las historias del camino de Santiago.

Camino Santiago Peregrinos Atencion

La solidaridad se nota desde el primer día

¿Quién me iba a decir que me iba a animar más gente a seguir adelante en el camino de Santiago que en una carrera popular? Ya desde que llegamos a León se nos identificó automáticamente como peregrinos –y eso que no llevábamos concha–. Pararse a mirar el plano de la ciudad junto a la estación de autobuses y que se me acercara una chica para ayudarme fue todo uno. Si ni llegué a encontrar el “Está Ud. aquí”. No sé si es gente que ha hecho el camino y que siente que debe devolver toda esa gratitud, o es gente que hace el camino a través de otros a los que ayuda en las cosas más pequeñas, pero el sentimiento de camaradería que despierta un peregrino es algo especial.

Camino Santiago Peregrinos Coreanos

¿Queréis más ejemplos? Antes incluso, en el autobús, el chico que ocupaba el asiento delante de nosotros se giró para charlar cuando nos oyó comentar los kilómetros que íbamos a hacer al llegar a León. No voy a decir que nos pasáramos el viaje hablando porque no fue así, pero la despedida fue un: “Buen camino”. El primero de los cientos que oiriamos.

Ese mismo día, después de unas tres horas caminando, nos sentamos un momento en el arcén de la carretera –sí, el camino desde León no es particularmente bonito en paisajes– y el conductor de un camión que pasaba por el carril contrario bajó la ventanilla para animarnos y decirnos que ya faltaba poco… No sabía que habíamos empezado tres horas antes en León.

Pedro, el peregrino reincidente

Pedro no fue el único peregrino con más de un camino en sus piernas con el que nos encontramos –yo mismo estaba en mi segundo–, pero sí el primero. Este vitoriano afincado en Mondragón nos contó que era su octavo camino y que comenzó a hacerlo cuando le llegó el momento de jubilarse. Como muchos otros con los que hablamos, sus motivos no eran religiosos, aunque tenía la compostelana de todos y cada uno de sus caminos. En su caso lo hacía por salud, y podía demostrar que funcionaba: sus análisis antes de empezar y al terminar lo confirmaban, y por cultura.

Camino Santiago Peregrinos Pedro

Caminaba sólo, ¿por qué? Porque al principio ningún amigo se había animado a acompañarle y, años después, porque se había acostumbrado a hacerlo así y ya ni les avisaba del momento en que iba a hacerlo no fuera a apuntarse alguno. Con él pasamos unas cuantas horas el segundo día de peregrinación y nos cruzamos de nuevo un par de veces más. Un gran pensador que nos dejó perlas como “somos lo que pensamos” o “el hombre ha evolucionado culturalmente pero no espiritualmente”.

Ramón, el hospitalero de Rabanal del Camino, y Alicia, las manos salvadoras

Llegar a Rabanal del Camino el tercer día y pensar que ése era el final de nuestro camino. El tobillo de Sara dejó claro que algo habíamos hecho mal los dos primeros días y que él no estaba dispuesto a seguir. Allí nos encontramos con Ramón, un madrileño hospitalero en el Albergue el Pilar de Rabanal del Camino.

Camino Santiago Rabanal Camino Ramon

Él también sabía lo que era sufrir. Nos contó cómo había conseguido llegar a Santiago de Compostela apoyado en bastones y a base de masajes y antiinflamatorios. Esa primera experiencia en el camino le marcó tanto que ya llevaba cuatro hechos, todos distintos. El primero que hizo fue el camino francés, salió de su casa con 20 euros en el bolsillo después de arruinarse y completó el camino desde Roncesvalles. Pero también el primitivo, el sanabriego y la ruta de la plata desde Sevilla. Esto nos animó, y las manos de Alicia, la masajista del albergue, hicieron el resto. Nos quedó claro que el abuelo de Ramón tenía razón cuando decía: “soy demasiado pobre para comprar cosas baratas” y que las sandalias eran demasiado baratas.

Porque sí, siempre se puede dejar de hacer el camino, pero os aseguro que no es fácil tomar esa decisión cuando ya estás caminando… En 2006 yo no fui capaz cuando me hice un esguince al tercer día y este año Sara tampoco pudo.

También en Rabanal pasamos por la tienda del pueblo donde encontramos a Susana. Ella vive el camino a través de los peregrinos a los que vende de todo. Nos llegó a contar la angustia de un chaval que quería comprar preservativos o su propia angustia cuando un hombre le pidió una medicina para su corazón cuando la farmacia estaba cerrada.

Camino de Santiago Rabanal del Camino Tienda

Antonio, el profesional del camino

Si Pedro lo había hecho 8 veces y Ramón 4, eso se quedó en nada cuando Antonio nos dijo que llevaba ¡18 caminos recorridos! Una válvula de escape para un trabajo estresante, un cuerpo especial, que le llevaba a alejarse de familia y amigos y a vivir con cierta tensión. En el camino se sentía tranquilo, dispuesto a hablar con la gente, a contar su historia y a compartir una cena en el albergue de Molinaseca.

Postales Camino de Santiago Subiendo O Cebreiro

Todavía hoy tratamos de descubrirlo en alguna imagen de televisión reconociendo sus manos o su forma de andar.

Bernabé, la tradición de padre a hijo y a nietos

Bernabé, murciano afincado en Castellón, ya había hecho antes el camino de Santiago. Lo volvió a repetir con su hijo y le contagió la adicción. Son esas historias las que confirman que el camino es más que una moda: los padres llevan a sus hijos. Un año después de jubilarse, Bernabé, decidió volver a hacer el camino y su hijo se apuntó de nuevo. Pero no se apuntó sólo, se apuntó con sus dos hijos: un camino de tres generaciones.

Camino de Santiago Pueblo Peregrinos Bastones

Varias veces nos fuimos cruzando con el hijo por el camino. Los nietos son niños pequeños y había que seguir la ruta con el coche por si alguno se cansaba, de forma que mientras nosotros caminábamos hacia el final de nuestras etapas, nos cruzábamos con él que iba buscando a la familia después de dejar el coche más adelante.

El profesor de instituto y sus alumnos

En Sarria dormimos en el mismo albergue que los alumnos del colegio nuestra señora del Pilar de Madrid. Ningún problema con ellos –aparte de que con tanto teléfono móvil dejaron la conexión a internet temblando–. Dos días después nos cruzamos con su profesor camino de Palas de Rei y no dejamos pasar la ocasión de charlar un poco.

¿Os imagináis hacer el camino de Santiago con vuestros compañeros de clase con 17 años? En el colegio nuestra señora del Pilar llevan 25 años haciéndolo que se dice pronto. Nos contó que cada día hacen cosas diferentes: todos juntos, hacer parejas al azar para que se conozcan, grupos… y que los chicos se lo pasan genial. Aunque también nos dijo que, cuando caminan solos, alguna vez han pillado a alumnos que gastan parte del dinero de la comida en coger un taxi…

CaminoTrip Camino Niebla

Carmen, la hospitalera de Casanova

Si queríamos saber cómo había cambiado el camino desde que se popularizó, Carmen llegó para responder a todas nuestras preguntas. Hospitalera en el albergue municipal de Casanova desde su inauguración en 1993. Por aquél entonces era la voluntad lo que se pedía por dormir. Voluntad que se dejaba en una caja a la salida… hasta que encontraron a un supuesto peregrino que reventó el candado de la caja y se llevó el dinero.

Con Carmen descubrimos la cara menos amable del camino leyendo una noticia en el periódico: la de los ladrones que aprovechan, haciéndose pasar por peregrinos, para desvalijar las mochilas de los verdaderos caminantes. Nos contó que pasaba poco, pero que había que tener cuidado con las cosas al dejarlas en las habitaciones. También, con una sonrisa en los labios, nos decía que en aquellos años en que los albergues eran gratis, muchos llegaban con el coche. Lo aparcaban a unos cientos de metros, se mojaban el pelo como si sudaran y andaban un poco con las mochilas para poder dormir gratis.

Camino Santiago Albergue

Una enciclopedia del camino que, como nos dijo, había estado tres veces en Madrid. En el primero de esos viajes, se dio cuenta de cuanta razón tenían los peregrinos cuando le decían que esa parte del camino era preciosa con toda la vegetación de un verde intenso y pequeños pueblos, más bien aldeas. La meseta es demasiado seca, amarilla, “ancha” y las ciudades son todavía peores.

Jeff, el americano que quería correr en San Fermín

En ese mismo albergue de Casanova conocimos a Jeff, de Montana. Viajaba sólo porque su novia, con la que había pasado tres meses recorriendo Europa, seguía el viaje con sus padres. Él tampoco quería hacer un camino más allá de lo estrictamente necesario y había empezado en Sarria, el mínimo de kilómetros para obtener la compostelana. En cualquier caso tampoco estaba muy seguro de conseguirlo porque, para hacer esos poco más de 50 kilómetros había necesitado tres días y tenía los pies llenos de ampollas.

Camino Santiago Refrescando Pies

No habría habido mayor problema si no tuviera el plan de correr en San Fermín el nueve de julio –cinco días después–. No sabemos si llegó a Santiago ni si corrió en Pamplona, pero sí que fue Hemingway el culpable de sus ganas de toro… y que no sabía quién le había contagiado las ganas de hacer el camino.

Toni, el camionero con más… tesón

El último día de nuestro camino nos encontramos con Toni, catalán. Íbamos lanzados camino de Santiago –todavía no sabíamos si pararíamos en el monte do Gozo– y le vimos andando con sus muletas. Bajamos el paso y le preguntamos cuándo se había hecho daño… ahí empezó la charla.

Postales Camino de Santiago Tunel Verde

Con humor –un humor que uno no esperaría después de conocer su historia– nos respondió que él venía averiado de antes. Un mal movimiento bajando del camión destrozó su rodilla. Operaciones, rehabilitación, depresión, pastillas. Después de más de un año en la cama sin ponerse en pie decidió –nos confesó que todavía no sabía por qué– hacer el camino de Santiago. ¿Os imagináis lo que tiene que ser echar a andar por el camino después de un año sin moverse de la cama?

Cuando lo encontramos todavía le faltaban 15 kilómetros para llegar a monte do Gozo, donde pensaba dormir y había enviado su mochila. Fuerza de voluntad máxima en formato peregrino.

Camino Santiago Peregrinos Amistad

Grandes historias las que se fueron mezclando en los quince días de camino. Amistades que se hacen durante unos kilómetros, noches compartidas en la habitación de un albergue, cientos de “buen camino” intercambiados. Porque el camino de Santiago es algo más que andar y encontrarse a uno mismo –nosotros todavía nos estamos buscando–, también es encontrar a otros, aunque los pierdas unas horas después.

Si te han entrado ganas, no te pierdas nuestros consejos para hacer el camino de Santiago ni las postales que trajimos de allí.

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Comentarios

  • Javi
    9 octubre, 2017 a las 11:53

    Tengo 22 años, llegué ayer a Alicante después de realizar el camino del norte hasta Santiago con otros dos amigos.
    Somos jóvenes y necesitabamos cambiar de aires e ir encontrándonos a nosotros mismos, ya que cada uno ha tenido sus problemas.
    Al final del camino, en la última etapa, cuando quedaban 7km más o menos para llegar a Santiago, conocimos a un hombre prejubilado que había hecho el camino varias veces. Ese hombre se llamaba PEDRO, estuvimos hablando con el todo el tiempo sobre el amor, la vida, las relaciones… Aprendimos más con él en el último tramo que en todo el camino. Al día siguiente quedamos con él para tomar unas cañas y nos siguió hablando sobre todos los temas de la vida.
    Puede ser que sea coincidencia, pero PEDRO para nosotros ha sido alguién que nos ha marcado en la vida o nos va a marcar por todo lo que nos ha enseñado. Un gran hombre sabio.

    Responder
    • 10 octubre, 2017 a las 10:50

      Hola Javi y bienvenido al blog,
      No sabemos si nuestro Pedro es el mismo Pedro. El nuestro lo hacía cada año y tenía la misma edad aproximadamente pero… En cualquier caso, como dices, la experiencia de hacer el Camino de Santiago nunca sería igual sin la gente con la que te vas cruzando y sus historias que, casi sin quererlo, acaban siendo parte de la tuya propia. Nos encanta saber que la magia del Camino sigue viva y que nunca deja uno de aprender camino de Santiago de Compostela.
      ¡Ultreia!

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  • Nica
    2 julio, 2016 a las 22:50

    Increible 🙂

    Responder
    • 5 julio, 2016 a las 14:09

      Hola Nica y bienvenida al blog 🙂
      La verdad es que una experiencia para vivirla

      Responder