Hoy, a pocos días del inicio de un otoño que parece resistirse a llegar, os vamos a hablar de uno de nuestros momentos de placer del verano, esperando no contribuir a agudizar vuestro síndrome postvacacional.
Con tantos viajes corriendo de un sitio a otro, necesitábamos una de esas escapadas que se disfrutan con calma. Una de esas escapadas en las que el entorno es tan importante como el sitio al que vuelves cada noche y en el que quieres sentirte como en casa. O mejor que en casa, que para eso es una escapada y quieres que te mimen…
Y sí, nos dejamos mimar… en un hotel Logis. Os contamos nuestra experiencia junto con algunas postales de la zona que visitamos: la comarca de las cinco villas de Aragón y la zona media de Navarra. Zona de monasterios, castillos, pueblos medievales y paisajes espectaculares. Muy pronto os hablaremos con detalle de todos los sitios que visitamos pero, como sabéis, nos gusta presentarlos antes en formato aperitivo… ¡buen provecho!
Cómo nos dejamos seducir por el placer Logis
Nuestros primeros encuentros con los hoteles Logis fueron en Francia, su país natal. En nuestros viajes al país galo, en cada ciudad con encanto que visitábamos y en algún lugar emblemático de su centro histórico, nos encontrábamos con la chimenea y la inconfundible letra “L” del logo de Logis. Nos llamó la atención aunque nunca llegamos a dormir en uno de ellos. Eso sí, comimos en unos cuantos, sin siquiera saber que se encontraban en hoteles Logis, hasta encontrarnos con sus “cazuelas”. Después descubriríamos que la experiencia gastronómica es muy importante para Logis, tanto que casi todos sus hoteles tienen restaurantes en los que priman los productos locales y que están clasificados con “cazuelas” –de una a tres– por un equipo de periodistas gastronómicos que los evalúa de forma anónima. Hace poco comimos en un “tres cazuelas”, en el hotel La belle etoile del precioso pueblo La Roque Gageac, en Aquitania, el mejor magret de pato y el mejor foie gras que hemos probado nunca, entre otras delicias.
Lo que no sabíamos es que Logis había “desembarcado” en España, y ya hace unos años. Así que cuando nos invitaron a conocer de cerca uno de sus hoteles, no nos lo pensamos dos veces… y así llegamos a Uncastillo, a la posada La Pastora.
El calor de las chimeneas
Lo primero que te sorprende al llegar a la puerta de un hotel Logis son sus “chimeneas”. Sí, los hoteles Logis tienen cazuelas y… chimeneas, el símbolo del calor del hogar por excelencia. Se trata de una manera alternativa a las estrellas de clasificar sus alojamientos, y que no se basa sólo en los criterios más comunes como la calidad, el confort, el equipamiento, los servicios, etc. sino también en otros como el respeto por el medio ambiente o la calidad de los consejos turísticos que vas a recibir.
Y en nuestro caso es sin duda lo que más destacaríamos de la posada La Pastora: un desayuno de 10 a base de productos locales y el impresionante conocimiento de Inma y Miguel, sus dueños, del territorio que les rodea y del que se nota que están enamorados. Nos descubrieron sitios que no estaban en las guías… ¡ni en Google maps! ¿Es que hay cosas que no están en Google maps? ¡Sí!
Inma y Miguel hace 16 años abandonaron sus trabajos –¿os recuerdan a alguien?– para montar este hotel rural en su pueblo y ahí siguen. Lo abrieron en un edificio, en pleno centro histórico de Uncastillo, que había estado abandonado unos 30 o 40 años y en el que parece que vivían cuatro familias… Miguel nos contó que en el registro aparecían “cuatro fuegos” en este edificio, por lo visto entonces se contaban así las unidades familiares. Y de los cuatro fuegos, con el calor de sus cuatro familias, las mismas paredes del mismo edificio han pasado a acoger las tres chimeneas de Logis, con todo el calor que Inma y Miguel proporcionan a sus huéspedes.
Una historia más en el mundo del placer Logis, un mundo de pequeños hoteles, todos diferentes y todos con su carácter personal, ¡queremos conocer más!