Los 14 días de camino de Santiago dieron para hacer muchas fotos. Fueron 320 kilómetros de paisaje cambiante –sí, se va andando pero el paisaje pasa del amarillo al verde, del seco al húmedo, de la carretera al bosque, del llano a la montaña–. Dado que había que seguir avanzando y que cada paso que dejáramos de dar era un paso que tendríamos que dar después porque no habría nada que nos acercara a nuestra meta más que nuestros pies, no fueron miles y miles de imágenes. De todas formas, ha resultado complicado hacer una selección. Tanto que no hemos podido bajar de 20. Aquí están nuestras 20 postales del camino de Santiago.
Las cámaras de las postales del camino de Santiago
Tratándose de fotografías, lo primero que tenemos que decir es cómo las hicimos. Ya os contamos en la entrada de consejos para el camino de Santiago que la primera cámara que se puede usar es la del móvil. Varias de estas fotos están hechas así y, antes de que nadie pregunte, hablamos de un iPhone 6 y de un Galaxy S5. Pero, si buscas algún efecto, hacer zoom o, simplemente, algo más de calidad, una refléx es tu compañera perfecta. Claro… una refléx, con lo que pesa. Para eso están las réflex sin espejo, mucho más ligeras. Nosotros llevamos una Sony NEX-7 que nos permitió juegos de desenfoque, utilizar el zoom sin perder calidad y trabajar después con las imágenes en RAW. Además, intenta hacer tú la foto de salto con un móvil…
Las postales del camino de Santiago
León nos recibió con un sol de justicia y un calor abrasador. No éramos los únicos que sufríamos a Lorenzo, los campos de cereal que delimitaban nuestro camino no podían estar más amarillos. Cielos azules y suelos amarillos, la postal clásica del camino de Santiago en Castilla y León –por supuesto en verano–.
De todas formas, siempre hay alguna flor que rompe el dominio del amarillo.
Cada mañana durante los 14 días de camino de Santiago, cuando el Sol hacía su aparición, llegaban también nuestras sombras. Nos han acompañado sobre pajas secas, sobre prados verdes, sobre asfalto, sobre arena, sobre piedras… siempre estaban ahí animándonos a dar el siguiente paso.
El camino no es sólo caminar por el campo, también pasa por ciudades. Saliendo desde León, la primera gran ciudad es Astorga, pero nada impresiona tanto como un castillo, sobre todo si es templario. Saludamos al castillo templario de Ponferrada con sus torres y almenas.
Antes de llegar a Santiago de Compostela, el camino pasa por muchas iglesias, grandes y pequeñas. Encontramos casi todas cerradas, pero en alguna pudimos entrar y ver la fuerza de la piedra antigua soportando la fe.
Con la llegada a El Bierzo, el paisaje cambia: el cereal deja paso a las vides, el trigo a la uva, el pan al vino, el amarillo al verde.
No todas las botas del camino llegan hasta Finisterre o Fisterra y acaban allí mirando al fin del mundo desde el acantilado. Muchas caen antes en acto de servicio y, unas pocas, se convierten en obras de arte improvisadas para animar a los demás zapatos a continuar hasta el final.
No madrugarás para ver impresionantes amaneceres durante el camino. Los amaneceres serán postales del camino de Santiago porque madrugarás para caminar, tanto que tendrás que llevar una linterna y agradecerle al Sol que salga cada mañana. Lo agradecerás hasta que empiece a calentar y no encuentres una sombra en la que resguardarte mientras avanzas.
El paso de León a Galicia implica un esfuerzo, el temido puerto de O Cebreiro. Como si León no se quisiera despedir del todo hasta que no hayas abandonado su territorio, sus montes se esfuerzan en asomarse a tu ascensión controlando que marchas seguro hacia Santiago.
Una de las cosas que compruebas cuando haces el camino es que no hay edad. Desde niños pequeños –incluso vimos a una madre que llevaba a su niña con una tela portabebés– hasta jubilados –algunos con sus mochilas y otros que han venido a caminar y las mochilas ya las llevan los mensajeros–. Nunca es demasiado tarde para hacer el camino de Santiago, ni demasiado pronto… siempre que el que lleve al bebé esté en forma.
El calor y el Sol asustan pero tranquilos, en Galicia siempre encontraréis niebla para refrescaros, incluso en julio. Y no tendréis que esperar mucho, en cuando lleguéis a la cima de O Cebreiro la encontraréis.
El amarillo desaparece los últimos días de camino. La verde Galicia no es una leyenda ni un simple tópico, es realidad y el camino de Santiago se interna por túneles de ese color.
Las iglesias castellanas no son iguales a las gallegas. En las castellanas las campanas se colocan en espadañas, en las gallegas en el mismo frontal de la fachada. Es otra forma de saber que has cambiado de lugar… hasta que te encuentras una así en plena Galicia.
No hace falta llegar a Finisterre para ver el mar y el fin del mundo. Cada mañana en el camino gallego, el mundo se cubre de niebla de la que asoman las islas-montañas. ¿Qué habrá más allá?
Los cables también se apuntan al camino de Santiago, pero en lugar de estropearlo, se convierten en asientos de primera fila para los pájaros que todavía se sorprenden de ver pasar a tanto loco caminando cada día… si ellos pudieran ir en coche, ¡anda que iban a mover las alas!
Después de verlo cada día, el Sol se aburría de nosotros y quería jugar… por ejemplo al escondite con los árboles. Se cansó pronto, porque el árbol era un chivato y le decía a todo el mundo que el Sol estaba detrás de él.
Un mar verde: después de atravesar bosques y túneles de hojas, el verde sigue siendo el jefe en Galicia. Cuando los campos en Castilla ya estaban preparados para ser segados, en Galicia el tiempo se quedaba bloqueado en O Cebreiro.
Sobre el asfalto, en carteles, en las cortezas de los árboles, en piedras… la flecha amarilla es la compañera perenne. Siempre apoyando e indicando la dirección de tu camino. Una flecha relativamente joven y amarilla por las obras de las carreteras, ¿lo sabías?
En Galicia no quieren que te pierdas, ni que te desanimes, así que, cada kilómetro –o menos, en algunos sitios no acabamos de entender su cadencia– aparece un mojón junto al camino con una concha, una flecha y la distancia hasta Santiago de Compostela.
¡Ultreia!
Ya te hemos enseñado las postales, ahora puedes darte un paseo por las sensaciones del camino de Santiago.