Castillos del Loira en el V centenario de la coronación de Francisco I

No sé qué tienen los castillos que nos encantan. Si uno se para a pensarlo, son construcciones que, a pesar de su espectacularidad, la mayoría de las veces han servido de campo de batalla donde cientos de hombres y mujeres han encontrado la muerte. Tal vez sea su solidez, su arrogancia –todo castillo se construye para ser inexpugnable–, su historia… Pero hay otros “castillos” que nunca sufrieron un asedio o tuvieron que defenderse por las armas. ¿Por qué “castillos”? Porque son châteaux y porque château en francés sirve tanto para castillo como para palacio o residencia señorial de campo.

Son los châteuax de la Loire, los que conocemos como castillos del Loira y que se alzaron para demostrar el poder y la grandeza de los reyes de Francia. En especial de Francisco I del que este 2015 se cumple el quinto centenario de su coronación. ¿Qué mejor momento para visitar el Valle del Loira que un año plagado de eventos que recuerdan al rey del Renacimiento francés?

Francisco I, François 1er

Los grandes reyes parecen sentir la necesidad de coincidir en el tiempo para poder tener alguien a su altura contra quien luchar… o también puede ser que cada nación encumbre la figura de su rey al oír las gestas del de sus vecinos. El caso es que durante gran parte del siglo XVI coincidieron en Europa tres grandes soberanos: en Francia, Francisco I; en Gran Bretaña, Enrique VIII; y en España –imperio en aquel momento–, el emperador Carlos I de España y V de Alemania. Tengo que reconocer que, si de Enrique VIII recordaba su afición por casarse una y otra vez, de Francisco I no tenía apenas noticia.

Desconocimiento imperdonable porque, además de haber guerreado y firmado la paz con Carlos I varias veces, fue el mayor impulsor del Valle del Loira tal y como lo conocemos hoy en día. Chambord, Blois, Azay-le-Rideau, Amboise… hasta quince castillos fueron construidos o restaurados bajo sus órdenes o las de miembros de su corte. Fastuosas escaleras como la de Chambord o la de Amboise –la única de Francia que permitía subir montado a caballo– o impresionantes jardines como los de Villandry, son algunas de las maravillas que convencieron a la UNESCO a incluir la zona en la lista de patrimonio mundial.

El Valle del Loira y sus castillos

El Valle del Loira es algo más que la cuenca de un río. Es una región francesa, la cuarta en superficie pero muy poco poblada… los castillos necesitaban tierras alrededor. Catorce grandes castillos se encuentran en esta región –en la vecina Loira Atlántica hay otros siete, que dejan la cifra total de grandes castillos en 21– en los 280 kilómetros de ribera del río entre Orleans y Angers. En la página oficinal de castillos del Loira hay un listado de los 21.

¿Sabías que para que un castillo sea considerado real sólo hace falta que un rey pase una noche en él? Ése es el motivo porque el que hubo tantos castillos reales en la época de Fernando I: su corte fue itinerante –de los más de 11.000 días que duró su reinado pasó más de 8.000 de viaje–. Tanto es así que muchos de los castillos no llegan a ser reales porque el rey sólo pasó unas horas en ellos.

Celebración del quinto centenario de la coronación de Francisco I

A pesar de la revolución francesa y de la guillotina, Francia sigue teniendo un recuerdo especial para alguno de sus reyes, como Francisco I. Es considerado uno de sus más grandes gobernantes, fue el que decretó el francés como lengua oficial del país por ejemplo, y son muchos los actos para recordarlo que se celebrarán este año.

Castillo real de Blois: la biblioteca de Francisco I

El castillo real de Blois es la primera obra iniciada por Francisco I. En realidad, sólo uno de los cuatro castillos que rodean la plaza fue construido por él, puesto que el castillo real de Blois sirvió como residencia a los reyes de Francia durante cuatro siglos.

En su castillo, Francisco I tenía una biblioteca con casi 1.800 volúmenes y allí volverán algunos de ellos entre el 4 de julio y el 18 de octubre. Fue Francisco I el que fundó, en 1537, el primer depósito legal en Francia, el lugar en el que se guardaba una copia de cualquier texto publicado en el país. También habrá representaciones, espectáculos de luz y sonido y demostraciones de lucha a espada.

Castillo de Clos-Lucé: la recreación de la batalla de Marignano

Cuando Francisco I consiguió convencer a un artista italiano para que sirviera a la corte francesa, fue el castillo de Clos-Lucé el que le ofreció como residencia. Lo había intentado antes con Michelangelo, pero fue finalmente Leonardo da Vinci el que aceptó su propuesta. Ya era mayor, no podía pintar por la parálisis que sufría, había sido condenado por sodomía y su mecenas Medici había muerto. El título de ingeniero del rey, un castillo y bastante dinero sirvieron para acabar de convencerle. Así llegaron a Francia la Gioconda, la Virgen y el niño con Santa Ana y el San Juan Bautista, eran los cuadros preferidos del artista y los llevó con él.

En los jardines del castillo de Clos-Lucé, en el parque Leonardo da Vinci, se llevará a cabo una recreación de la batalla de Marignano con más de 300 participantes con trajes y armas de época el 26 y el 27 de julio –los días 23 y 24 de julio tendrá lugar en Romorantin-Lanthenay– (entrada 20 €). Incluso sin recreación, la visita al jardín merece la pena, allí están expuestas muchas de las invenciones de Leonardo da Vinci y se puede probar su funcionamiento. Y también se puede disfrutar del taller del maestro como era durante su estancia en el castillo.

Ciudad real de Loches: el encuentro entre Francisco I y Carlos I

En la ciudad real de Loches se recuerda el encuentro entre el rey Francisco I y Carlos I de España y V de Alemania con una exposición desde el 18 de abril hasta el 30 de septiembre. El rey francés quería demostrar toda su riqueza y Carlos I lo que quería era atravesar rápido el país camino de sus dominios en Flandes que se estaban sublevando.

Francisco I hizo construir un arco de triunfo y mandó colocar blasones y escudos por todas partes. La actuación final consistía en la unión de un águila, símbolo de Carlos I, y una salamandra, su símbolo, de estaño blanco y oro. Demasiado para el emperador español que no apreciaba tanto la pompa francesa.

Éstos son los actos que se llevarán a cabo en alguno de los castillos que visitamos, pero en la página oficial se puede ver el programa de actos completo.