Cuántas veces nos habremos planteado aquello de que viajar en el tiempo sería el viaje definitivo. Recorrer el Coliseo en época del emperador Constantino, las pirámides de Gizá en la cuarta dinastía del antiguo Egipto, las ciudades coloniales de Sudamérica en el siglo XVII… Pero la máquina del tiempo no existe –ni las puertas, lo siento–. Cada vez que se visita uno de estos lugares hay que utilizar la imaginación. Aunque hay momentos en que esos viajes en el tiempo parecen posibles, como durante las fiestas del Medievo de Villena: desde la visita de los Reyes Católicos hasta luchas medievales, pasando por bodas, fiestas, bodegas… Después de visitar Villena, ahora nos vamos a la Edad Media sin cruzar ninguna puerta.
Los Reyes Católicos en Villena Medieval
No todos los días se recibe una caravana real en el pueblo y, menos aún, se le prohíbe la entrada. Eso fue lo que pasó en Villena el 19 de abril de 1488. Los Reyes Católicos llegaban con toda su corte al pequeño pueblo y, lejos de una recepción llena de alegría y boato, se encontraron con una encerrona en la que fueron obligados a cumplir unos privilegios otorgados a Villena. Así empieza el viaje en el tiempo: los reyes llegan a caballo hasta la plaza de la iglesia de Santiago donde les esperan las fuerzas vivas del pueblo.
Es entonces cuando las fiestas del Medievo de Villena comienzan un año más, y van catorce. Gigantes y cabezudos acompañan al cortejo real cuando se llega a un acuerdo y, antes de que te des cuenta, tú mismo vas vestido con una pelliza y tienes unas ganas terribles de una jarra de hidromiel.
El Rabal
Durante tres días, el primer fin de semana de marzo, el Rabal recupera su esencia medieval y parece que nos hayamos trasladado a una de las localizaciones de Juego de Tronos: telas que cubren las estrechas calles para dar sombra, banderines, caballeros paseando con sus armas, puestos de comida… El barrio se vuelca decorando incluso las fachadas para tapar cualquier elemento que te devuelva la cordura confirmándote que los viajes en el tiempo no existen.
Desde las ropas de los rabaleros, y las tendidas en la calle, hasta la música que sale de las casas, todo te traslada a ese momento soñado desde niños: vivir un cuento de caballeros, princesas, pícaros… en cualquier momento aparecerá un Lazarillo de Vinalopó.
Bodega del Caracol
La taberna más canalla de la Edad Media en Villena es la bodega del Caracol. Un lugar mágico en el que tan pronto estás bebiendo un vino como aparecen unos juglares tocando y cantando y se desata la fiesta. Curas y exorcismos en directo, posesiones, enfermedades, alegría y risas.. todo se mezcla en esta maravilla conservada como hace siglos y que se abre sólo durante las fiestas del medievo de Villena, o bajo petición –así que, ya sabes, si quieres una fiesta medieval con tus amigos, la bodega del Caracol es el lugar–.
La morería de Villena
Si los cristianos tienen la bodega del Caracol, los moros tienen las cuevas Tuareg. Excavadas en la roca sobre la que se yergue el castillo está un reducto del pasado árabe de la ciudad. Paredes encaladas, decoración andalusí, música… todos los detalles cuidados y, como en el caso de la bodega, sólo se abre en las fiestas del Medievo o bajo petición.
El Castillo de la Atalaya y las luchas medievales
Ya os conté que no todos los castillos son iguales, no sólo por la propia arquitectura sino por la forma en que se presentan, y que el de la Atalaya de Villena es especial con su Alataya Experience. Pero la Edad Media se cuela en el castillo más allá de la propia experiencia en la Atalaya. En su patio se celebran las luchas medievales. ¿Qué sería de la Edad Media sin mandobles, armaduras, yelmos…? El deporte de la lucha medieval está en auge en todo el mundo con la celebración de campeonatos nacionales e internacionales y la espectacularidad del momento hace que ni pienses en parpadear.
Sonido de metal contra metal, de escudos de madera parando mandobles, de armaduras chocando, gritos –de ataque y de rabia– en poco más de tres o cuatro minutos. La adrenalina se dispara. Uno quiere meterse en la pelea como un Stark cualquiera –tal vez Stark no sea la mejor opción–, hasta que los caballeros se quitan los cascos y les ves la cara de sufrimiento. El calor de las capas de protección, la visión reducida y el peso del casco, probamos uno de ¡ocho kilos!, dejan claro que no todo el mundo podía luchar en el Medievo.
La procesión de las antorchas
¿Qué hay más medieval que una antorcha? Los mecheros en los conciertos dieron paso a los móviles, pero en Villena no. En Villena se camina hasta el castillo con antorchas. Con cuervos, con monjes, con gente llana. El fuego une a la ciudad.
Mucho más en las fiestas del Medievo de Villena
Pero la cosa no acaba aquí: juglares y cuentacuentos recorren las calles haciendo las delicias de grandes y pequeños. Bodas medievales en las que un halcón lleva las alianzas al altar. Espectáculos con fuego y fuegos artificiales. Magia medieval. Representaciones de teatro en la calle.
Sólo a la vuelta al hotel, cuando sales de esa rotura en el continuo espacio tiempo que es El Rabal, volverás al siglo XXI y comenzarás a echar de menos los gritos, el caos, la VIDA de la Edad Media. La buena noticia es que la puerta se abre todos los años.
Más información en la web oficial de la fiesta del Medievo de Villena.
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