Australia es el destino que todo el mundo tiene en la cabeza pero que, por hache o por be, el tiempo va pasando sin lanzarse a pisarlo. En este caso, la hache es que está casi al otro lado del mundo, y la be que es caro –no sólo llegar hasta allí, sino también la vida en la isla–. Aún así, es tal la atracción que ejerce que, cada vez que se habla de la gran barrera de coral, la mente vuela hasta allí –ayuda mucho que la mente viaje gratis–. Nosotros decidimos que no sería sólo la mente la que haría ese viaje y “gastamos” tres semanas en visitar una pequeña parte del sexto país del mundo por tamaño.
¿Tres semanas? ¿Sexto país por tamaño del mundo? Sí. Está claro que tuvimos que seleccionar y que nos quedó MUCHO –con las mayúsculas más grandes que encuentres– por ver. Nuestra elección de itinerario fue “sencilla”. Uno no puede ir a Australia, al menos la primera vez, y no visitar la gran barrera de coral, así que desde Cairns continuamos bajando toda la costa este hasta Brisbane, durante doce días.
Moverse en Australia, autobuses Greyhound
Por supuesto puedes alquilar, o incluso comprar, un coche para recorrer la isla. Pero si, como nosotros, sólo vas a estar tres semanas y vas a coger aviones, lo mejor es moverte en autobús. Además de los típicos billetes por trayecto, existe la posibilidad de comprar un trayecto “abierto”: un billete que te permite hacer todas las paradas que quieras entre origen y destino, siempre en el mismo sentido y durante un tiempo determinado. Así fue como nosotros fuimos desde Cairns hasta Brisbane.
Cairns, la ciudad de la gran barrera de coral
Nuestro primer contacto con una ciudad australiana –sin salir del aeropuerto en Sydney volamos hasta allí– no pudo dejar más claro que las cosas eran diferentes. Se acabaron las escaleras y los edificios altos. En Australia hay espacio de sobra y ni hay que excavar para soterrar carreteras ni construir hacia arriba para llegar al cielo.
No hay mucho que hacer en la ciudad misma, pero, además de la gran barrera de coral, no se puede dejar de visitar el Daintree Forest: un bosque húmedo tropical milenario que servirá para desterrar esa idea inicial de Australia como un lugar desértico de arena roja. Como era de esperar, con ese tamaño no sirven las generalizaciones y, aunque el outback sea enorme, no es toda la isla.
¿Te mareas en avioneta? Da igual, no puedes dejar de sobrevolar la gran barrera de coral. Tendrás tiempo para “nadarla” y “bucearla” después –lo cierto es que para sobrevolarla también– pero Cairns es la ciudad de los vuelos. El tiempo en el aire lo decides tú o tu bolsillo.
El pecio del Yongala, una de las mejores inmersiones del mundo
Siendo una isla está claro que el mar y los pecios tienen mucha importancia en Australia. De hecho, algunas de las mejores inmersiones del mundo están allí. Entre ellas, la del Yongala, un barco hundido hace más de un siglo. Llegar hasta allí no fue sencillo, pero lo que vimos mereció la pena: desde gigantescas rayas marinas a enormes bancos de peces y, por supuesto, el Yongala y eso que no vimos los tiburones toro que pasaron cerca de nosotros.
Allí confirmamos que es cierto, en el agua no se nota el mareo. Después de más de una hora esperando entre la primera y la segunda inmersión en una barca con olas de más de dos metros, nuestros estómagos dijeron basta. ¿Quién se quiere tirar al agua completamente mareado? Pues cualquiera, porque fue caer al agua y que todo dejara de moverse. Si quieres saber más de la inmersión te lo contamos con las otras excursiones en la gran barrera de coral que realizamos.
Magnetic Island, la casa de los koalas
La siguiente parada no podía estar más clara. Después de ver el símbolo del país, la gran barrera de coral, había que ver a uno de sus animales más emblemáticos. No, no hablamos de kanguros o de ornitorrincos que también habrían tenido su gracia. El animal era el koala.
En Magnetic Island, a donde se llega con un ferry desde Townsville, es posible verlos en libertad. Posible, sí, fácil, no. De hecho, es prácticamente imposible que lo consigas. Pero eso no impedirá que veas a uno de esos adorable peluches con vida. En el zoo de Bungalow Bay vimos desde wombats a cacatúas e iguanas, pero la estrella era el koala y el abrazo. ¿Quién no ha soñado con abrazar a un animal tan especial? Sí, son como un peluche pero ojo: si se asustan –lo que puede pasar con facilidad si te mueves más de la cuenta, o sea, si te mueves– sacan sus garras y no querrás ver a un koala enfadado…
Whitsunday Islands y Whitehaven Beach, la playa más bonita de Australia
Arena blanca casi 100% sílice en la playa Whitehaven en las islas Whitsunday. En pleno verano, mientras tu piel se achicharra con el sol –atentos al sol en Australia, no olvidéis el protector solar– la arena seguirá fresca. Dentro del parque natural podrás bañarte en la playa, hacer snorkel y hasta comer una barbacoa… eso sí, recuerda la be del por hache o por be: la excursión, como todas, es cara.
Lady Musgrave Island, donde los corales tienen color
Los peces de colores de Whitsunday Islands colmaron nuestras expectativas, pero no así los corales sin color… Por eso salimos del albergue en un ataque de improvisación para pasar la noche en un autobús camino de Agnes Water desde donde visitamos las islas del arrecife sur y, concretamente, Lady Musgrave Island. Corales de colores, tortugas marinas, peces… una de las mejores experiencias de snorkel que hemos disfrutado nunca.
Hervey Bay y Fraser Island, ballenas y la isla de arena más grande del mundo
No llegamos a Hervey Bay en el mejor momento para el avistamiento de ballenas jorobadas. A finales de octubre ya han emigrado casi todas, pero pudimos disfrutar de los saltos de un macho solitario y de una hembra con un par de crías.
Estar al lado de la isla de arena –sí, nada de tierra, roca, arcilla… sólo arena de playa– más grande del mundo es demasiado reclamo como para no visitarla. Hablamos de Fraser Island y sus 1.630 km2 de superficie. Puedes ir por tu cuenta con tu coche, mínimo un todoterreno, pero es más aconsejable contratar –¿oyes el sonido de la caja registradora en tu cabeza?– una excursión con un camión todoterreno. Pensad que nuestro camión se quedó atascado en la playa… ¿qué no le pasará a un coche particular conducido por alguien sin experiencia en estas lides?
Brisbane, la ciudad soñada
Después de casi dos semanas, volvíamos a usar un ascensor y a tener que levantar la cabeza para ver los pisos altos de los edificios. Brisbane tiene rascacielos, pero también tiene parques y muchas zonas verdes. La gente sonríe por la calle y aprovechan cualquier momento para descansar tumbados en la hierba, tomar algo en un bar o salir a bailar –nosotros salimos a bailar salsa con nuestro anfitrión de couchsurfing–.
Estaba claro que ni los pueblos ni las ciudades eran iguales en esta parte del mundo.
Más información: web deTurismo de Australia.
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