Viajamos para saciar nuestra curiosidad y sorprendernos descubriendo nuevos sitios, tanto lejanos como cercanos. Pero a veces podemos redescubrir también otros que ya conocemos de una forma diferente para que nos vuelvan a sorprender como o más que la primera vez. Después de unos cuantos viajes a Salamanca no teníamos planeado volver. Sí, su casco histórico es precioso, pero no cambia y, si ya has encontrado el astronauta de la catedral, la rana de la universidad y has visto todas las atracciones turísticas de la ciudad, ¿qué te queda? Bueno, darte un homenaje en sus bares y restaurantes, eso sí. Pero no, nuestra excursión no fue gastronómica. Volvimos a disfrutar como unos niños con sus juguetes nuevos al admirar el centro histórico de Salamanca desde un punto de vista totalmente diferente: desde el aire, en la barquilla de un globo aerostático.
Volar en globo en Salamanca: las vistas panorámicas
Sí, hay muchos sitios para volar en globo en España: no sólo la sierra de Madrid o Segovia. Nosotros sobrevolamos Salamanca. ¿La ventaja de volar en globo aerostático? Te permite volar muy bajo. ¡Pasamos justo encima de la catedral de Salamanca! Parecía que en cualquier momento podríamos llegar a tocar los techos del casco histórico –bueno, no tanto, ¡la seguridad ante todo!–. Una sensación única. ¡Garantizado! Y luego llegamos incluso a tocar el agua del Tormes. Es increíble como el piloto del globo consigue controlarlo sólo regulando la potencia de los quemadores y buscando las corrientes de aire.
Nos invitaron a probarlo los chicos de Siempre en las Nubes, la única compañía que opera tours de vuelos en globo en Salamanca. Sí, en otros sitios, como Segovia, es más común, pero en Salamanca no lo es tanto. Estamos seguros de que pronto lo será, ¡porque es una pasada!
La experiencia de volar en globo aerostático
El vuelo en globo dura más o menos una hora y sale muy pronto, con las primeras luces del amanecer, cuando todavía no hay corrientes térmicas menos controlables –¡lo único malo es que hay que madrugar!–. Según la dirección del viento el piloto escoge la zona de despegue, donde comienza el montaje –los pasajeros pueden echar una mano–. Ahí empieza la magia, cuando la tela cobra vida con los primeros fogonazos del quemador. Al subir a la barquilla, ¡llega la diversión! Es muy tranquilo y no hay ningún movimiento brusco, todo paz y relajación. Con nosotros viajaba gente con vértigo y con miedo a volar y cómo si nada, tan encantados como nosotros. También ayuda saber que es la forma de volar más segura: el riesgo de accidente es prácticamente nulo, ya que el globo, incluso si no hubiera piloto, bajaría lentamente hasta tocar el suelo –eso sí, aterrizando de una forma menos “delicada” de lo normal–.
El aterrizaje es muy suave –al menos lo fue en nuestro caso– y al final del vuelo se puede ayudar en la recogida del globo antes de cumplir con una tradición de todos los vuelos en globo: el brindis final. El piloto os contará la historia de cómo nació esta tradición… no os la contamos porque merece la pena esperar a volar para que os la cuenten.
También podréis decir que habéis volado en el medio de transporte aéreo más antiguo que existe. El primer globo –que parece que no fue el de los hermanos Montglfier sino el del sacerdote brasileño Bartolomeu de Gusmão ante la corte portuguesa en la Casa de Indias de Lisboa, aunque sin pasajeros– despegó… ¡hace más de 300 años!
En resumen: vistas asombrosas, sensaciones únicas e historia, ¡tenéis que probarlo!
Información práctica: El paseo en globo es de más o menos una hora e incluye seguro, un brindis con cava y un aperitivo, un diploma de bautismo de vuelo en globo y un reportaje fotográfico y en video. El precio es de 150 € por persona. Más información en la página de la compañía Siempre en las Nubes, que opera también en otras nueve localidades de España.
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