Túnez se ha reinventado a sí mismo muchas veces a lo largo de su historia y su capital no podía ser menos. La ciudad de Túnez cuenta con tres centros. ¿Tres centros para una ciudad con más de 4.000 años de antigüedad? Pocos son para tanta historia. El clásico no puede ser otro, siendo un país árabe, que la medina de Túnez. El más actual, el que surgió después de su independencia, a mediados del siglo XX. Y el intermedio, el del protectorado –qué manera más elegante de decir colonia– francés, con estilo europeo. Todos tienen su interés, pero es evidente que el más atractivo, el que no os podéis perder y el que hace que el viaje a la ciudad merezca la pena por sí sólo es la medina.
La Medina de Túnez
En árabe, medina significa ciudad, pero ha llegado hasta nuestros días como sinónimo de bazar –conjunto de zocos–, porque es allí donde se encontraban y donde siguen estando siglos después las tiendas y puestos en los que comprar cualquier cosa. La medina de Túnez no podía ser menos y tampoco podía faltar su parte de laberinto: callejuelas estrechas, oscuras –a diferencia de los zocos de Marruecos o de Egipto, la medina de Túnez está techada en su mayor parte– y sinuosas que hacen que entrar en una medina sea una prueba de orientación. Por cierto, si creéis que por llevar un móvil con GPS eso de perderse está superado… olvidadlo, con las calles tan estrechas y, en muchos casos, cubiertas no tendréis señal.
Las ciudades medievales europeas estaban amuralladas, y también lo estaban las árabes. Las medinas estaban protegidas por gruesos muros –que hoy en día en Túnez se han integrado con las casas– y sólo se podía acceder a ellas a través las bab, las puertas. Buscad la que más cerca tengáis, seguramente Bab El Bhar o la puerta de Francia, y lanzaos a la aventura y, después, que alguien os lo explique y os lleve a los lugares que no encontraríais por vuestra cuenta.
El bazar de Túnez capital
¿Buscáis puestos de dulces y dátiles? Los veréis, y al probarlos acabaréis comprando. ¿Artesanía? Babuchas, tableros de ajedrez, sandalias, cerámica, teteras, chechiyas… haced hueco en las maletas. Si os estáis preguntando qué es una chechiya, aquí está la respuesta: es el sombrero típico tunecino de lana y color rojo. ¿Té y esencias? Por supuesto. Como en todas las medinas, os dirán que el Channel nº 5 sale de allí.. El hecho de que los vendedores no agobien y el techo, nos recordó a los zocos de Aleppo y Damasco en Siria.
¿Cuánto de lo que veréis será “real” y no “made in China”? Difícil pregunta. Lo que compréis, pensad que es bueno –para qué complicarse la vida–, pero regatead el precio. En Túnez cualquier precio es negociable y en los zocos más aún.
Puertas en la medina de Túnez
Si vuestra intención no es llenar la maleta de recuerdos, o si ya lo habéis hecho, llega el momento de mirar más allá de los puestos de venta. Si algo caracteriza a Túnez frente a otros países es el trabajo de sus puertas. La mayoría de las que encontraréis en la medina serán amarillas, aunque también veréis alguna azul –más en Sidi Bou Said, donde casi todas son de este color– y alguna blanca. Paredes encaladas y colores fuertes, ¡parece que todas están recién pintadas!
Pero, lo que de verdad llama la atención son los dibujos hechos con los clavos –de un negro brillante–. Nos recuerdan que, a pesar de que siempre que hablamos de la ciudad de las tres culturas Toledo viene a nuestra mente, son muchas las ciudades en el mundo en las que convivieron cristianos, judíos y musulmanes. Por las puertas os quedará claro: cruces, estrellas de David y medias lunas se juntan en los complicados diseños hechos con los clavos.
Si esperáis el tiempo suficiente os podréis hacer una idea de lo que hay detrás de ellas… otra cosa es que acertéis.
Mezquitas
Pasear por una medina y no encontrar mezquitas sería un contrasentido. A pesar de que la situación religiosa de Túnez es bastante más liberal que la de muchos países de su entorno, las llamadas a la oración y las marcas en los hoteles indicando la dirección en la que se encuentra La Meca son algo cotidiano. Encontraréis varias mezquitas en la medina de Túnez. En algunas podréis entrar –hasta el patio, la sala de oración es sólo para fieles– gratis y en otras pagando. La gran mezquita es de estas últimas, 5 dinares por persona. Aunque, si llegáis a primera hora, puede que sólo os pidan la voluntad… ¿He dicho ya que todos los precios son negociables en Túnez?
Cafés y restaurantes
¿Cansados de cargar con las bolsas de té y el ajedrez? ¿Creéis que ya no os quedan más puertas que ver o, simplemente, ya no queréis ver más? ¿No os quedan más mezquitas a las que entrar? Está claro, ha llegado el momento de hacer una parada. Las medinas son muy intensas y, aunque en la de Túnez no os sentiréis acosados por los vendedores, acabaréis necesitando un descanso. Cosa fácil allí. Son muchos los cafés en los que parar a tomar un té con piñones o a fumar una shisha. Algunos son antiguos centros de peregrinación en los que se servía a los fieles que han evolucionado en cafés abiertos al público, a pesar de que siguen contando con las tumbas.
Si lo que buscáis es comer más que sólo descansar, antiguos palacios de pachas convertidos en restaurantes os esperan en el interior de la medina. Encontraréis buena comida en general pero, esto seguro que ya os lo imaginabais, tendréis que pagar por el sitio –nadie dijo que tomarse un café en la plaza de San Marcos o frente a la Torre Eiffel fuera barato–.
Al salir de la medina os parecerá que habéis hecho un viaje al pasado y que, aunque no lo notasteis, el mundo ha seguido girando fuera de sus murallas.
La visita a la medina de Túnez formó parte de un viaje organizado por la Oficina de Turismo de Túnez a la que le agradecemos el esfuerzo y organización. Os llevaremos a más zonas del país en próximos artículos.
Artículos del viaje a Túnez