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Yaroslavl y Sérguiev Posad, nuestro anillo de oro de Rusia

Seguimos con el viaje al pasado reviviendo nuestro paso por Rusia de 2007. Después de San Petersburgo, y sus noches blancas, y de Moscú, y los problemas en las estaciones de tren, habíamos asumido que no podríamos visitar Suzdal, nuestro objetivo principal en el anillo de oro de Rusia. Ya éramos de ideas fijas y, aunque había muchas cosas que no conseguíamos entender, cambiar nuestros planes por imposición no era aceptable. Eso, y que habíamos reservado ya una noche en Yaroslavl y que, si estábamos más de tres noches seguidas en una misma ciudad, había que ir a la comisaría para registrarse.

Rusia Yaroslavl Rio Kotorosl

En cuanto salimos de las ciudades grandes descubrimos otra Rusia, una más tranquila, más agradable y con sonrisas. Una Rusia en la que podríamos haber pasado un poco más de tiempo, pero en ese 2007 todavía no se podían hacer esas cosas y había que volver al trabajo en una fecha fija.

Como en las anteriores entradas del viaje a Rusia, aquí os dejamos el diario tal y como se escribió en 2007 con algunas anotaciones.

Yaroslavl, la puerta de acceso al anillo de oro de Rusia

A la mañana siguiente salimos para Yaroslavl. En el tren entre San Petersburgo y Moscú nos habían dado comida, en éste no. En la estación, después de comprar un mapa de la ciudad [¿os acordáis de cuando los phones no eran smart y no llevaban ni GPS ni mapas?], cogimos un taxi porque no sabíamos dónde estaba el hotel. Nos quería cobrar 300 rublos [más de 8,5 euros en 2007] por ¡cinco minutos escasos!. Pero se debió apiadar o hacer un lío y nos acabó cobrando «sólo» 200 [hoy en día habríamos regateado como si nos fuera la vida en ello]. El hotel estaba bastante bien y aunque la de recepción no hablaba inglés nos conseguimos entender, incluso cuando nos dijo que eran 1.300 rublos y le dijimos que ya habíamos pagado por internet con tarjeta.

Rusia Yaroslavl Iglesia Elias Profeta

A todo esto las mochilas se quedaron en Moscú en la TV room del albergue, que no nos daba ninguna seguridad pero había que fiarse de los mochileros del mundo [si las mochilas hablaran y contaran ahora dónde las hemos ido dejando a lo largo de estos años…]. Algunos son seres la mar de interesantes, y eso que nosotros formamos parte de esa jungla. Un día se nos puso al lado un americano a la hora del desayuno ¡desayunando fideos chinos! ¡Que no son horas! Y se quedaban charlando hasta las tantas de la mañana en la sala famosa de la televisión. Gente que no hace turismo para ver ciudades, sino para conocer a otra gente de otras partes, cosa que yo creo que no consiguen, porque al final se juntan siempre los del mismo país. Vamos, a nosotros ni nos respondían al saludo la mitad de las veces.

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Bastante bonito Yaroslavl, y la gente más simpática. Si incluso encontramos una dependienta de tienda que hablaba un poco de castellano y ¡se reía! El clima cambiante: cada 15 minutos hacía un sol de justicia y llovía, cíclico y todo el tiempo. Yo creo que por eso eran simpáticos, estaban desquiciados con ese tiempo. La cena a base de supermercado, que en la habitación del hotel teníamos platos, vasos y cubiertos, y, aunque el pueblo era bonito, la zona del hotel parecía un poco deshabitada y no vimos ningún restaurante ni similar. En Rusia no hay muchos restaurantes y menos aún bares. ¡En Rusia no hay bares! Hay carritos en todas las calles que te venden bebidas, helados, comida rápida, etc., pero no hay bares y pocos restaurantes “normales” porque de lujo hay unos pocos con sus cochazos aparcados en la puerta.

Rusia Yaroslavl Arte Moderno

Al día siguiente a Sérguiev Posad. Pedimos en el hotel que nos llamaran un taxi, porque aunque en coche era poco, andando sí que parecía bastante –hicimos una prueba el día anterior y no fue positiva–. Esta vez nos cobró 120 rublos, me encantan estos rusos y sus precios regulados [De nuevo, ¿cuántos precios regulados habremos encontrado después en los viajes…?].

Sérguiev Posad, la ciudad monasterio

Este tren es todavía peor, asientos rígidos y duros, y ¡tres horas! Asustados, al llegar fuimos a comprar la vuelta para Moscú, nuestro último intento de compra de billetes fue un fracaso, y al día siguiente teníamos el avión y había que volver. Sorprendentemente la eficiencia de la taquillera fue brutal y nos dio los billetes, nos mostró los horarios y siguió con el resto de la cola en menos de dos minutos. La gente de fuera de las grandes ciudades parece más eficiente y agradable.

Rusia Serguiev Posad Panorama

Encontramos el monasterio de Sérgueiv Posad, Patrimonio de la Humanidad. En Rusia los monasterios son fortalezas con varias iglesias y con su muralla, como el propio Kremlin. Y allí estaban las monjitas vendiendo iconos. Podías pagar en euros nos dijo un italiano todo contento, después de sacar 600 y pico euracos en billetes de 50, y te hacen el cambio de 1 euro 33 rublos. Esto… el cambio «normal» (en las oficinas de cambio de la calle) es 1 euro 34,70 rublos, le estaban tangando 1,70 rublos por euros y eso en 600 euros ya es un dinero, ¿eh? Nosotros sólo gastamos 50 rublos, y por eso le preguntamos al tío, porque viendo la cantidad de pasta que sacaba él pensamos que sería que los precios estaban en euros.

Rusia Serguiev Posad Interior Palacio

De vuelta al tren siguió el espectáculo. En Rusia puedes comprar cualquier cosa en los trenes y no tienes ni que moverte. No dejaron de pasar vendedores de comida, de bebida, de recuerdos… si hasta pasó uno que vendía bolígrafos [si hubiéramos sabido lo que nos iban a intentar vender en los autobuses en Colombia].

Rusia Serguiev Posad Calles

Pasaríamos un día más en Moscú antes de volar de vuelta a Europa.

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