Ya estamos en casa. Ahí sigue después de un año. Todo sigue ahí y no parece que haya cambiado mucho… ¿Y nosotros? Nosotros sí que hemos cambiado, o eso creemos. Se nos hace raro hablar de «nuestra casa», «nuestra ciudad» y no pensar en cuál será nuestro próximo destino y a dónde nos llevará nuestro autobús mañana. Casi nos molesta, o por lo menos a mi me pasa, que todo haya seguido avanzando igual sin nosotros… todo el mundo tiene su punto egocéntrico, ¿no?
Ha pasado un año y una semana desde que nos fuimos. Ahora mismo nos parece que el tiempo se haya detenido y que fuera ayer mismo cuando, emocionados y asustados al mismo tiempo, cargamos con nuestras mochilas y cogimos el vuelo que nos llevaría a Buenos Aires. Era el 30 de marzo del 2013. Parece un sueño, pero, deteniéndose a pensarlo, ha sido muy real… 152 autobuses de largo recorrido, 25 fronteras cruzadas, 10 países visitados, miles de personas que se han cruzado en nuestro camino, que nos han ayudado, que nos han acogido en sus casas, que nos han llevado en sus coches, camiones, camionetas y autocaravanas, que nos han acompañado en nuestras caminatas y aventuras, que nos han hecho reír o enfadarnos, un robo, una negociación con mafiosillos para recuperar nuestro móvil, playas paradisiacas, ciudades agobiantes, carreteras con estupendos panoramas, carreteras aburridas e infinitas, conductores de autobuses locos, la erupción de un volcán, el frío de la Patagonia, el calor del Caribe, el blanco infinito de la Antártida, la fascinación irresistible de la Amazonía, la montaña más alta de América, coloridos mercados, fiebre, una muela infectada en medio de un trekking de seis días, un tobillo torcido, arquitectura contemporánea, arquitectura colonial, arte preincaico, arte prehistórico, moais, desiertos de sal, desiertos patagónicos, desiertos que se inundan, cardones enormes, montañas que parecen pintadas, amaneceres y atardeceres de ensueño, cóndores, ballenas, orcas, focas, pingüinos, delfines rosados, toninas, anacondas, osos hormigueros, caimanes, capibaras, «volar» en parapente, deslizarse por la arena, hacer rafting, tango, música afroamericana, samba, sertaneja, tremi, salsa, cumbia, bachata, ballenato, artesanos fabricando gorros de paja toquilla, objetos de oro o tejiendo, bifes de chorizo, choripán, asado, superpancho, chivito uruguayo, feijoada, feijoao tropeiro, brigadeiro, el mejor chocolate del mundo, café colombiano, zumos de todo tipo de frutas, tapioca, truchas y decenas de pescados de los que no recordamos los nombres, acarajé, carne de guanaco, llama y alpaca, pique macho, empanadas, cebiches, cafetales, cacaotales, viñedos, campos de bananos, de flores, de plantas de todo tipo… OK, OK, no seguiré más.
Nunca habíamos viajado durante más de tres semanas y antes de salir teníamos muchas dudas: ¿nos gustaría o nos cansaríamos? ¿nos mataríamos el uno a la otra? ¿echaríamos de menos nuestra casa y nuestra rutina? Hemos vuelto vivos, así que no nos hemos matado y, sobre todo, nos hemos encontrado muy a gusto. Cierto es que nos lo hemos tomado de forma mucho más tranquila y cómoda que en el resto de nuestros viajes. Tanto que hoy al despertarnos hemos echado de menos encontrarnos el desayuno hecho y quien nos hiciera la cama, hay que decirlo todo… Hemos aprendido que se puede vivir sólo con lo que teníamos en la mochila pero también que unos pequeños lujos hacen que esa vida sea mucho más llevadera.
El balance del viaje no podría ser más positivo pero… ¿y la vuelta? Si teníamos dudas sobre el viaje, en cuanto a la vuelta yo tenía una certeza: sería dura. Y lo está siendo sobre todo por las dos grandes preguntas que nos hace todo el mundo: ¿Por qué habéis vuelto, con lo mal que está todo aquí? y ¿Y ahora qué vais a hacer?
¿Por qué hemos vuelto? No lo sabemos exactamente. Se acababa el seguro, teníamos pensado un año de viaje más o menos y en Sudamérica habíamos visitado prácticamente todo lo que queríamos… Pero, por lo que a mí respecta, también por el miedo de que con cada día que siguiéramos de viaje sería más difícil que el mundo real nos volviera a «aceptar».
¿Ahora que vamos a hacer? Esto es más difícil de responder por ahora… ¡os lo iremos contando!
MUCHAS GRACIAS A TODOS POR EL APOYO Y POR HABERNOS SEGUIDO EN ESTA AVENTURA, SIN VOSOTROS NO HABRÍA SIDO IGUAL. Y habrá muchas más…