Teníamos ganas de volver a ver a verla. En nuestro segundo paso por Perú casi no repetimos ciudades –Lima fue una de las excepciones pero para maravillarnos con nuevas experiencias –, sin embargo Arequipa no podía faltar. Sus iglesias, museos, calles, blancas paredes y su ambiente relajado y culto nos habían conquistado una vez y queríamos saber si volverían a hacerlo. Y vaya si lo hicieron, puede que más que la primera vez… Porque cuanto más conoces Arequipa más te seduce. Una vez más, seleccionamos nuestras cinco cosas que hacer, vivir y disfrutar en la ciudad. ¡Bienvenidos a Arequipa! La Ciudad Blanca, declarada patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Un paseo por el convento monasterio de Santa Catalina de Siena
A pesar de la atracción que nos había provocado la ciudad en sí en nuestro primer paso por sus calles y entre sus edificios coloniales, había UNA gran razón para volver: el monasterio de Santa Catalina. Decir que no os lo podéis perder es poco. Si estáis en el sur de Perú debéis ir a Arequipa y NO DEBÉIS perdéroslo, porque solo vale el viaje. Un europeo puede pensar que un monasterio católico no podrá sorprenderle suficientemente, nosotros –italiana y español– también lo pensábamos antes de nuestra primera visita, y en esta segunda teníamos ya cierta saturación de iglesias coloniales. Pero entrar en el monasterio de Santa Catalina es como adentrarse en otro mundo, hay pocos sitios comparables a él. Una ciudad dentro de la ciudad, con sus 20.000 metros cuadrados, que tiene sus propias calles –cada una con nombre de ciudades españolas: Córdoba, Sevilla, Málaga, Burgos y Toledo– y plazas. Y, como en cualquier monasterio, claustros, un refectorio y además una lavandería, una enorme cocina… Un pequeño pueblo independiente. Al pasear por él uno casi se olvida de que se trata de un monasterio –el primero para mujeres del Virreinato de Lima–, y es que las monjas, que pertenecían a familias de la aristocracia, tuvieron muchos privilegios hasta el Concilio Vaticano de 1870. Sus «celdas» se convertían a veces en lujosas casas en la que convivían con hasta cuatro doncellas.
Recomendamos encarecidamente contratar a un guía –bueno, una guía porque son todas mujeres–, para conocer la historia que encierran las gruesas paredes del convento, y volver a recorrrerlo en solitario y con calma. La guía os contará, entre otras muchas cosas, las historias de las monjas más ilustres del monasterio, como Sor Ana de los Ángeles Monteagudo –beatificada en el ’95 por el Papa Juan Pablo II– o Sor Juana de San José Arias, llegada cruz al hombro desde Oruro, actual Bolivia. Daos tiempo, nosotros necesitamos una hora para la visita guiada y otro par para descubrir en solitario todos –o casi– sus rincones.
Información práctica Horarios: de lunes a domingo, de diciembre a abril de 9:00 a.m. a 5:00 p.m. y de mayo a noviembre de 8:00 a.m. a 5:00 p.m. Precio entrada general: 35.00 S./(9€/12,5 US$). La guía se paga a parte (5 S./por persona)
Las visitas nocturnas al monasterio de Santa Catalina
Si a la tercera vuelta por el convento –después de la primera hace años, y la segunda guiada– todavía nos reservaba sorpresas, la cuarta nos dejó sin aliento. De noche. Iluminado sólo por las luces de las velas, de los quinqués y de los hornos de leña. Así, como las monjas lo verían en el siglo XVI. Un viaje en el tiempo que emocionará y cautivará hasta los menos sensibles. Es difícil explicarlo pero muy fácil vivirlo. Todos los martes y jueves, cuando el museo queda abierto hasta las 20h.
Si quieres ver más fotos nocturnas del Monasterio de Santa Catalina visita nuestro album de Facebook.
El Museo Santuarios Andinos, y un cara a cara con la momia Juanita
Otra visita que no podíamos dejar de repetir era la del Museo Santuarios Andinos de la Universidad Católica de Santa María de Arequipa. Teníamos que volver a presentar nuestros respetos a Juanita, la dama del Ampato, una momia que… en realidad no es una momia. Su cuerpo se ha conservado perfectamente pero es debido a la congelación: nunca se ha sometido a un proceso de momificación. Encontrada en el 1985 en el volcán Ampato, uno de los Apus, las montañas sagradas para los Incas. Ahí entre 1450 y 1500 fue llevada «Juanita», como ofrenda humana al Apu en el ámbito de la ceremonia de la capac cocha. Y ahí, después de andar por días hasta la montaña, bebió chicha y recibió el golpe de gracia que la llevaría hasta el mundo de sus dioses.
La diferencia con nuestra primera visita es que esta vez la haríamos de la mano de Rudy Perea, uno de los arqueólogos que participaron en el proyecto Santuarios de Altura del Sur Andino, dirigido por los Doctores Johan Reinhard y José Antonio Chávez Chávez: el proyecto que llevaría al descubrimiento de Juanita. Una vez más, tener la oportunidad de conversar con un arqueólogo que participó en el proyecto que llevó a la luz los tesoros que estás admirando –como nos había pasado antes con el Señor de Sipán, la señora de Cao o las pirámides de Túcume– te los hace apreciar de una forma totalmente distinta, entendiendo de formas más profunda su valor, y las dificultades asociadas a sacarlas a la luz.
Información práctica Horarios: lunes a sábado de 9:00 a 18:00 horas y domingos de 9:00 a 15 horas. Precio entrada general: 20.00 S./(5€/7 US$).
Un paseo por el centro histórico de Arequipa
Arequipa es una de las ciudades coloniales más bonitas de Sudamérica. Y lo decimos con conocimiento de causa, después de todas las que hemos visitado en el #LatTrip. El centro histórico es bastante pequeño así que se puede recorrer fácilmente a pie. Además, su organización en damero, como toda buena ciudad colonial, hace que sea imposible perderse. Paradas obligatorias: por supuesto la Plaza de Armas con su tuturutu – la pequeña escultura que representa un soldado tocando la trompeta y que se encuentra en una fuente en el centro de la plaza– y la catedral –con su diablo alado con cuerpo de serpiente debajo del púlpito–, la Iglesia de la Compañía –con el sincretismo de los altorrelieves de su fachada y de la Última Cena en su interior–, la casa colonial Tristán del Pozo –ahora sede del BBVA Banco Continental Ricketts– la Casa del Moral –otra casona colonial que se puede visitar–, la Plaza Campo Redondo en el barrio de San Lázaro, donde se fundó la ciudad, o el Fundo el Fierro, ahora centro comercial/artesanal y en el pasado la primera cárcel de la ciudad y anteriormente el primer colegio para mujeres: sus celdas se han convertido ahora en tiendas.
Hay circuitos gratuitos que salen diariamente desde la oficina de turismo, en la Plaza de Armas. Pero los guías no son profesionales, son estudiantes y lo primero que harán será pedidos una propina, es bueno saberlo antes.
Otra cosa que no se puede dejar de hacer es comer en una picantería: los restaurantes típicos arequipeños, llamados así porque muchas comidas llevan ají. A nosotros nos encantó la Nueva Palomino. Ahí probé un espectacular chupe de camarones y un delicioso pastel de papas, pero también se pueden probar cuy chactado, rocoto relleno… Todos los platos típicos de la zona. ¿No sabéis de que se trata? Lo mejor: id a probarlos. A tener en cuenta: las picanterías abren sólo a medio día.
Una vuelta en bus por el centro y alrededores, con sus miradores
Algo nuevo teníamos que hacer también, ¿no? Arequipa no es sólo su centro histórico, la campiña y los miradores que la rodean también merecen una visita. Y la forma más cómoda y económica de hacerlo es con un bus panorámico. Puede parecer muy de «guiri» o de «gringos» como dicen allí, y efectivamente un poco lo es, pero no es el típico bus de hop on hop off con una grabación y sale bastante rentable. Te acompaña un guía bilingüe –español e inglés– que baja contigo en todas las paradas. Es como un tour normal pero con grupos que pueden ser más grandes y a un precio más económico. En el que es el que hicimos nosotros, después de una vuelta por el centro histórico, se visitan el mirador de Carmen Alto –desde donde se pueden admirar los tres volcanes que rodean Arequipa: el Chachani, el Misti y el Pichu Pichu, unidos por una legendaria historia de amor en la tradición andina–, el Mirador de Yanahuara –con vistas a la ciudad y decorado con fragmentos poéticos de arequipeños ilustres–, una fábrica de productos de vicuñas y alpacas con un pequeño zoológico con camélidos américanos –vicuñas, alpacas, llamas y guanajos–, el distrito de Sachaca –con su mirador a la ciudad, a su campiña y a los volcanes– y otros lugares de los alrededores de la ciudad.
Información práctica Horarios: el tour sale todos los días por la mañana a las 9.15 y a las 14.00 y dura unas 4 horas. Precio: 45 S./(12€/17 US$).
Dormir en Arequipa: Casa Andina
Para vivir la historia de Arequipa desde dentro nada mejor que… dormir rodeados de ella. El edificio en el que hoy se encuentra el hotel Casa Andina Private Collection de Arequipa fue nada menos que de la Casa de la Moneda y es un monumento histórico nacional de Perú, construido en 1794. De hecho, hasta tiene un pequeño museo. Además, está en pleno centro de la ciudad, muy cerca del Monasterio de Santa Catalina y hoy en día es uno de los mejores hoteles de Arequipa. Uno de esos pequeños lujos que hay que darse de vez en cuando.