Baños es uno de los puntos turísticos más visitados de Ecuador pero sus atracciones no residen en sus monumentos. El pueblo en si, con su pequeño centro histórico, no tiene casi interés para el turista. Entonces, ¿por qué viajar a Baños es casi un imprescindible en tu paso por Ecuador? Por las sorpresas que te reserva la madre naturaleza y, en particular, uno de sus elementos: el Agua. Aguas termales, aguas bravas, hasta aguas sagradas y, ya con una ayudita de la mano del hombre, agua en forma de vapor en los baños de cajón. Y la mano del hombre nos brindó también una de las mejores experiencias culinarias que vivimos en Ecuador.
Aventura, relax y buena comida, esto es Baños. Además, existe la posibilidad de que el volcán Tungurahua esté juguetón y decida ponerse en erupción justo cuando pasas por ahí, como nos pasó a nosotros….
Las aguas termales de las termas de la Virgen
El sistema volcánico del Tungurahua genera aguas termales de las que disfrutan desde hace generaciones los habitantes de Baños y de sus alrededores. En Baños hay diferentes termas –Santa Ana, Santa Clara, Modernas, El Salado…–, nosotros escogimos las de La Virgen, las más céntricas, justo al lado de la cascada Cabellera de la Virgen. Después de la experiencia en Santa Rosa de Cabal, en Colombia, queríamos repetir, y allá que fuimos. En este caso los baños son mucho más populares, también gracias a su reducido precio (2 US$) y nos contaron que se han convertido casi en un punto de encuentro para los locales que aquí pasan el rato charlando un poco de todo, como si de un bar se tratara. Abren muy pronto, desde las 4 de la madrugada, justamente para permitir a los locales ir antes de empezar su día de trabajo. Y será a esas horas tempranas cuando encuentres más gente de Baños, aunque más tarde también hay bastantes locales mayores, que aprovechan las ventajas de la salubre agua termal.
Una experiencia diferente para hacer de verdad lo que hace la gente del lugar.
Dormir al lado de una catarata y de una fuente de agua sagrada
Justo enfrente del los baños termales a los que fuimos, las termas de la Virgen, y a la cascada Cabellera de la Virgen, en pleno centro de Baños, se encuentra el Sangay Spa Hotel, el hotel con más historia de la zona. Su origen se remonta nada menos que al 1930, cuando fue construido en estilo neorenacentista por un arquitecto húngaro que se enamoró de Baños y se quedó allí. En sus más de 80 años de historia ha cambiado de propietario y de nombre más de una vez llamándose «Gran Hotel», «Hotel Madrid» y finalmente, desde 1972, «Sangay Spa Hotel» pero lleva más de 50 años en mano de la misma familia y mantiene su posición privilegiada –a un paso de las aguas termales, de la cascada y del Manantial de la Virgen de Agua Santa o «Agua de la Vida», considerada sagrada– y elegancia.
Estupendas habitaciones con todas las comodidades y con vista a la cascada, ¿qué más se puede pedir? También tienen una piscina y una cancha de tenis, ambas cubiertas de la ceniza del Tungurahua cuando llegamos y que, como en el resto del pueblo, se afanaban por limpiar.
Por cierto, la cascada de la Virgen es sólo una de las muchas que rodean Baños, que se encuentra en una posición más que privilegiada, al lado del volcán Tungurahua y en un valle con aguas termales y decenas de cataratas: Agoyan, Puerta del cielo, Río Blanco, Manto de la Novia, Pabellón del Diablo, del Duende, de San Francisco, las 12 cascadas de Machay…. No por nada hay una ruta de las cascadas que se puede hacer en bici o en chiva.
Hacer rafting por el río Pastaza
Baños es la capital de los deportes de aventura de Ecuador. Aquí se pueden practicar puenting, canopy (tirolinas), canyoning (descenso de barrancos en cascadas), parapente… Pero probablemente la actividad más practicada y desde más tiempo sea el rafting por el río Pastaza. Nosotros nunca habíamos hecho rafting pero Baños nos inspiró y decidímos que allí sería nuestra primera vez.
La experiencia nos encantó, JAAC hasta le dio un toque más de aventura cayéndose al agua. Todo fue bien, aunque al día siguiente nos despertáramos con agujetas. Luchar contra el agua es muy divertido, repetiremos.
Cerrarse en un baño de cajón
No conocíamos los baños de cajón, llamados también baños de vapor, pero aquí son muy comunes. Se trata literalmente de un cajón de madera con un asiento en su interior hecho de tal manera que todo el cuerpo se quede dentro de él, menos la cabeza que sobresale por un hueco en la parte superior del cajón. En el interior hay vapores muy calientes, aunque se puede regular la temperatura. Encerrarse en estos cajones es toda una experiencia, más considerando que se alternan diez minutos de cajón con baños de agua fría, primero te echan agua por encima, en la segunda pasada te sientas y levantas en una bañera de agua helada y, finalmente, siendo atacado por un chorro de agua fría asesino –esto es lo que piensas en el momento– en la tercera. Pero, eso sí, sales como nuevo. Es bueno para la piel, la circulación, las vías respiratorias, para relajar los músculos…
Nosotros probamos los baños de cajón en el spa del hotel Sangay, al que se puede acceder sin estar hospedado también. Y, ya que estábamos, y después de la estupenda experiencia en el spa de Barichara, en Colombia, no nos perdimos el resto de las instalaciones: baño turco, sauna, yacuzzi y hasta un masaje relajante, que en un viaje tan largo hay que darse unos caprichitos de vez en cuando.
Comer en el mejor restaurante de Baños
Hablando de caprichos, si te preguntas donde comer en Baños, la respuesta para nosotros es clara: en el Chozón Bar & Grill. El restaurante es muy bonito, pero su atractivo no se queda allí, ¡la comida es deliciosa! Y a unos precios muy asequibles, vamos que es ¡bueno, bonito y barato!
Empezamos con un calenazo: un «jugo» (zumo) con maracuyá, piña, naranjilla, canela y azúcar. Iba con «punta»: destilado de caña, pero iba a parte y nosotros no lo añadimos. ¡Le gustó hasta a JAAC que no come fruta! Los entrantes y los primeros –palitos de yuca con guacamole, ensalada caprese y caldo de champiñones– estaban muy ricos pero los platos fuertes fueron realmente insuperables. Lomo mar y tierra –con gambas– y costillas de cerdo a la barbacoa, ambos con unas de las mejores carnes que hemos comido en nuestro viaje por Sudamérica, muy por encima de nuestras ya altas expectativas. Y para acabar, ¿cómo no? chocolate, en forma de un delicioso brownie con salsa de vainilla.
Sólo puedo decir… ¡ñam!