Baños, conocida como «Pedacito de cielo» –los baneños cuentan que a Dios se le cayó un pedazo de paraíso entre los dedos y dio lugar a Baños–, es una pequeña ciudad en la que disfrutar de la aventura en Ecuador: rafting, puenting, canyoning… –¿por qué todo tiene que acabar en ing?–. Pero esas «aventuras» se quedan en nada cada vez que el volcán Tungurahua decide entrar en erupción y la lava, los gases y las cenizas hacen su aparición. ¿Qué hay más peligroso o aventurero que dormir en las faldas de un volcán en erupción?
Ya antes de saber que el volcán Tungurahua estaba en erupción, teníamos pensado pasar por la «capital ecuatoriana de los deportes de aventura«, pero las noticias de la erupción acabaron por convencernos.
Baños y la historia de una evacuación
Llegar a Baños es tan sencillo como moverse entre cualquier ciudad de Ecuador, aunque no siempre fue así. Justo cuando estábamos en la ciudad se cumplía el aniversario del peor momento vivido por sus habitantes: en octubre de 1999, el volcán entró en erupción. Las autoridades no sabían que sucedería con el volcán y decretaron la evacuación total de la población entre los días 15 y 16. Baños se convirtió en una ciudad fantasma con el ejército controlando sus accesos. Poco más de dos meses después el volcán seguía en el mismo estado, la gente quería volver a sus casas, los militares llegaron a saquear algunos negocios y viviendas… Hubo enfrentamientos entre los habitantes –con la ayuda de la gente de Puyo que necesitaba pasar por la ciudad para llevar sus productos hasta Ambato, puerta de acceso al resto del país, para venderlos– y el ejército. Violencia y muertos, para acabar con el regreso no autorizada al pueblo el cuatro de enero de 2000.
Por si todo esto no hubiera sido suficiente, fue en ese momento, Navidad de 1999, cuando Ecuador sufrió el proceso de dolarización y los ahorros de los ecuatorianos perdieron gran parte de su valor. Salieron de la ciudad casi sin nada, y volvieron con menos –sus sucres fueron cambiados a dólares– y sin turistas a los que atender.
Deportes de aventura en Baños, canyoning
Como nunca habíamos tenido suerte con volcanes y montañas hasta el Cotopaxi, decidimos que en Baños habría aventura sí o sí. Una de las principales atracciones de la ciudad, descartando el puenting que no nos motiva, es el canyoning o descenso de barrancos entre cascadas. Hay muchas las agencias en la ciudad –de hecho más del 80% de la población vive del turismo: alojamientos y agencias– así que no hay problemas en encontrar
El descenso de barrancos, nuestra primera experiencia con agua, se mostró como una aventura fascinante. El «calentamiento» consiste en bajar desde la azotea del edifico de la agencia –donde te equipan– hasta la calle haciendo rapel por la fachada. Después, ya en la naturaleza, la acción va subiendo de nivel: descenso, bajada como tobogán, más descensos –más altura y con más agua–, para acabar con un rapel asistido en un voladizo.
Impresionante y «adrenalínico» al máximo.
El volcán Turngurahua
El primer día que pasamos en Baños vimos como el Tungurahua soltaba gran cantidad de humo. Por la noche pensamos que no se vería nada –había llovido mucho por la tarde– y no salimos. Al día siguiente vimos imágenes en internet –había una webcam emitiendo todo el día– y en las noticias en televisión y queríamos arrancarnos los pelos.
Son varios los miradores desde los que ver el Tungurahua. El más próximo, el de La Casa del Árbol, el punto desde el que controlan su actividad –sólo se puede llegar en coche privado o en taxi (20US$)–. El más frontal, las Antenas, a las que te dirán que puedes ir andando… ¡seguro! en 3 ó 4 horas todo cuesta arriba. Subimos de día haciendo autostop y, de la misma forma, bajamos. Ojo en Ecuador el autostop se paga normalmente al precio del autobús o del taxi que haga el recorrido, en este caso 5 US$ por trayecto. El tercero, el mirador La Cruz Bellavista, al que llevan las chivas nocturnas desde Baños. El tercer día disfrutamos de la vista de la ciudad de noche –en un valle rodeado de montañas y volcanes– y un poco de las diabluras del volcán.
Pero fue el segundo día, desde el puente de San Francisco –en realidad poco después de pasar el puente– cuando lo vimos en todo su esplendor: llamaradas y lava cayendo en la noche por sus laderas. Las fotos no hacen justicia a ese momento y es en la memoria donde queda de verdad grabado ese espectáculo. Y efectos especiales, enormes explosiones como truenos que hacían retumbar el suelo. Tanto es así que, en mitad de la noche, llegaron a saltar las alarmas de algunos coches despertando a Sara y haciéndole pensar que era la alarma de evacuación –yo ni me enteré–. Al día siguiente todo el pueblo amaneció cubierto de cenizas y, otra vez, todo el mundo salió a ayudar con sus escobas a limpiar las calles.
Dormir en Baños: Hostal Erupcíón
Si vas a dormir en las faldas de un volcán, ¿qué mejor lugar para hacerlo que en uno llamado Erupcíón? Ahí nos invitó Henry, su dueño, y aceptamos encantados porque no es sólo una buena opción por el nombre, su personal, en particular su madre que lleva el hostal –siempre con una sonrisa en la boca–, su buena situación y su precio lo convierten en una muy buena opción en la ciudad. El hostal Erupción cuenta también con un restaurante, pero es posible usar la cocina. Nos sentimos importantes usando una cocina de ese tamaño y hay un supermercado en la calle paralela con todo lo que puedas necesitar.
Otro detalle importante es que te ayudarán con cualquier tema relacionado con la ciudad: desde la dirección de la webcam del volcán, hasta el mejor sitio para verlo, pasando por la agencia para hacer cualquier actividad o el mejor balneario de Baños. Sin olvidar que, dado que harás deportes de aventura y necesitarás energías, el desayuno es contundente.
El Tungurahua no dejó pasar la oportunidad de despedirse de nosotros y, ya en el autobús hacia Riobamba, nos deleitó con una erupción de rocas y cenizas que quedó en nuestra fotos enmarcada por las palabras «Salida de emergencia» de la ventanilla.