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Mompós, la ciudad colonial más auténtica de Colombia

Una ciudad colonial anclada en el siglo XVI. Si Pedro de Heredia fundaba Cartagena de Indias en 1533, su hermano Alfonso de Heredia fundó Santa Cruz de Mompox, ahora simplemente Mompós o Mompox, cuatro años después, en 1537. Y, ¿qué hacía una ciudad tan rica en una zona tan aislada? Pues que no lo estaba tanto en el momento de su creación. De hecho, era un punto importantísimo de comercio gracias a su proximidad al río Magdalena: la única vía por la que la capital –en aquella época todavía Santa Fe de Bogotá– tenía acceso a Cartagena de Indias y por ende al mar.

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Historia de Mompós

Su localización estratégica, entre Bogotá y el principal puerto del Caribe, convirtió Mompós en el lugar perfecto para que los ricos comerciantes se establecieran allí, construyendo sus enormes casonas. Un lugar con tanta riqueza y tantos egos no podía soportar durante mucho tiempo el estar bajo el poder de la corona española así que fue una de las primeras ciudades en proclamar su independencia en 1810. Simón Bolívar, el Libertador, dijo: «Si a Caracas debo la vida a Mompox debo la gloria».

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La llegada de los ferrocarriles y las carreteras hizo que el río Magdalena perdiera su estatus de única vía de comunicación desde la capital con el mar. Además, el hecho de que Mompós se halle en una zona cenagosa, provocó que los sedimentos acabaran por bloquear el llamado Brazo de Mompós –el canal del Magdalena que llegaba a la ciudad– con lo que el tráfico fluvial se desvió hacia Magangué. A pesar de que esto sucedió a principios del siglo XX, las calles y edificios de Mompós se habían mantenido casi intactos. Su casi «abandono» desde entonces los preservó más si cabe, llegando a ser declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 1995.

Cómo llegar a Mompós

Existe una carretera que une el pueblo con «tierra firme», pero es en chalupa desde Mangangué como llegan la mayor parte de sus habitantes y de los turistas hasta aquí. Nosotros lo hicimos desde Cartagena de Indias: autobús hasta Magangué y chalupa –unos 45 minutos, 7.000 $ (2,70€/3,70US$)– hasta Bodega. Desde Bodega no hay más transporte que taxis compartidos que en una hora, hora y media te dejan en la ciudad por 12.000 $ por persona (4,70€/6,30US$). Para llegar desde Medellín, que es adonde fuimos nosotros desde Mompós, la operativa es la misma: autobús a Magangué y resto de pasos.

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Lo normal es no tener que esperar mucho para ir desde Magangué hasta Mompós, a pesar de que las chalupas y los taxis compartidos no salen hasta llenar sus plazas: quince en el caso de las primeras y cuatro en el de los segundos. Lo más seguro es que haya más gente que quiera llegar hasta allí en la chalupa y que, antes de llegar a tierra, ya hayáis cerrado compartir el taxi con ellos. Para la vuelta sí que será necesario esperar un poco más, pero lo podréis hacer en vuestro hotel. Basta con acercarse a la plaza Bolívar y decirle al controlador a qué hora queréis salir y dónde os alojáis –preguntad primero en el hotel, puede que tengan el teléfono y no tengáis ni que caminar–. Él se encargará de que un taxi vaya a buscaros a esa hora. Una vez en Bodega, en unos quince o veinte minutos la chalupa estará saliendo.

Qué ver en Mompós

No se puede decir que haya que ver algo concreto en Mompós. Toda la ciudad es un monumento: sus calles y sus casas con sus ventanales, sus balcones y sus patios. Cierto es que hay varias iglesias y que todas ellas merecen una visita, pero nuestro consejo, sin lugar a dudas, es situarse en el centro de la ciudad y caminar. No hay pérdida, entre la calle Real del Medio y el río Magdalena, y hacia el otro lado, desde la calle Real del Medio a la calle de Atrás, o más atrás, la calle Nueva. Como en el resto de ciudades de Colombia, aquí también las calles están numeradas, pero siguen usándose los nombres originales más que Carrera Primera, Segunda, Tercera y Cuarta, desde el río hacia el interior de la ciudad. En cambio, las calles perpendiculares al río sí que están numeradas como en el resto del país.

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Para comer la oferta no es particularmente extensa. Platos ejecutivos y comida rápida –hamburguesas y perros calientes– o corrientazos y comida chatarra como los llaman en Colombia respectivamente. Los lugares donde comer se agrupan en torno a la plaza Mayor y a la calle 8, cerca de la iglesia de Santo Domingo de Guzmán –donde suelen reunirse todos los días a partir de las siete de la noche los conductores de mototaxi–. Tampoco encontraréis supermercados como tal, a cambio podréis disfrutar de colmados o tiendas de ultramarinos como hace decenas de años había en España: un mostrador y, detrás de él, estanterías hasta el techo llenas de todo lo que podáis imaginar. ¿El problema? No hay ningún precio y tendréis que preguntar cuánto cuesta cada una de las cosas que penséis comprar, pero su autenticidad y ese otro viaje a un pasado más reciente hacen que valga la pena entrar en ellas.

Mompos Ultramarinos Colmado

La tranquilidad que se respira en Mompós os permitirá seguir paseando al ponerse el sol –cosa que sucede pronto, es por eso que las siete son de la noche– y ver cómo los momposinos sacan sus mecedoras a la calle para charlar animadamente con los vecinos al fresco de la noche. Es Mompós el centro de la fabricación de estos muebles, las célebres mecedoras momposinas, hay más de treinta talleres repartidos por la ciudad, y no hay casa que se precie que no tenga varias. A diferencia de Cartagena de Indias, que parecía un precioso decorado colonial, en Mompós la gente vive de verdad en esas casas y en esas calles. La vida no desaparece al caer el sol, los restaurantes siguen abiertos, los puestos de comida siguen en las calles y los niños no se esconden en sus casas.

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Dormir en Mompós

Una de esas casas con historia, construida por el capitán Pedro Gutierrez en el año 1700, es donde se encuentra hoy Portal de la Marquesa, donde pasamos una noche. En el momento de la construcción eran dos grandes casas, que reciben su nombre actual de su última moradora: la marquesa de Torrehoyos, María Josefa de Hoyos y Hoyos. Hoy en día son cuatro casas independientes que conservan la estructura original. En una de ellas es donde Renate y su familia, después de una profunda restauración, abrieron el hotel. Cada habitación, decorada con un color distinto, cuenta con una hamaca en la que descansar –por supuesto con una cómoda cama–, y todas dan al patio interior con vista a la piscina. Como todas las casas de Mompós, no pueden faltar las mecedoras, ni una gran sala que, a través de los enormes ventanales típicos de las casas coloniales, nos muestra el río. La restauración, además de respetar los muros originales, también ha mantenido la enorme chimenea de la cocina, la única original de todo la ciudad, con más de trescientos años.

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Cada vez que llamábamos al timbre oíamos a Fito, el perro de la casa, correr hacia la puerta deseando verla abierta para salir a dar un paseo por las calles en las que perfectamente podrían pasar carros y caballos como hace más de trescientos años, cuando se construyó la casa. Disfrutar de un baño a la luz de las estrellas, de un descanso en las mecedoras o en las hamacas –que también hay fuera de las habitaciones–, un poco de ejercicio con las máquinas y pesas del hotel o usar la enorme cocina a disposición de los huéspedes es una de las grandes experiencias del viaje. Pero lo mejor es charlar con Wadis, la señora que trabaja y cuida el edificio, que te hace sentir como en tu casa en todo momento.

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Mompós nos enseñó su mejor cara después del mal rato que pasamos el primer día. Un lugar que te traslada en el tiempo a la época de la colonia, puede parecer una frase hecha pero id y lo comprobaréis.
 

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Comentarios

  • Andres.
    10 octubre, 2014 a las 18:24

    JAAC. que tal Pereira?… o en si Colombia?.. el tema de seguridad en Colombia como esta, escuche que bien. saludos.

    Responder
  • 3 septiembre, 2014 a las 07:55

    ¿Sabéis qué es lo primero que nos ha recordado el post, sobre todo la foto de las mecedoras? Al Macondo de Gabo… Tendríais que haberos traído una de recuerdo 🙂 🙂

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  • 17 febrero, 2014 a las 18:20

    Volvieron a Mompos?

    Responder
    • 12 marzo, 2014 a las 00:58

      Hola Richard,
      Teníamos pensado irnos, pero, al final, visto que no habíamos podido conocer la ciudad y que se merecía otra oportunidad, nos quedamos un par de días más para disfrutarla 🙂

      Responder