Una canoa, un remo y un gran guía, sencillo, pero que, cuando se dan al mismo tiempo hacen que aparezca la magia en forma de otro mundo. Si después de 99 días –cumplimos los 100 días de #LatTrip justo con esa excursión– ya habíamos dejado atrás el estrés y los nervios, meterse en la Floresta Encantada en canoa con Reinaldo fue como hacer un viaje al pasado. A un mundo en que la Naturaleza todavía tenía todo bajo control y ningún humano, con sus necesidades o sus caprichos, podía cambiar nada.
Pero es que, como nos comentó Jorge de Mãe Natureza Ecoturismo, que nos invitó a este tour, Alter do Chão tiene una atmósfera especial. Él lo sabe bien que lleva más de quince años viviendo aquí. Argentino de nacimiento y fotógrafo de profesión, quedó enamorado del Amazonas en su primer viaje y decidió volver para quedarse. Fue él quien, junto con otros amigos fotógrafos y camarógrafos, fundó la agencia Mãe Natureza, pero esa es la menor de sus aportaciones a la comunidad. Su espíritu altruista y sus ganas de ayudar a Alter do Chão y a las comunidades-asentamientos del río Tapajós, le llevaron –junto con su mujer– a fundar una ONG, a enseñar apicultura, a hacerles reír con espectáculos de circo, a crear una escuela para los niños, a AYUDAR. Pero AYUDAR con mayúsculas y con todo el cariño del mundo a esta tierra y sus gentes. Mãe Natureza desarrolló un modelo de turismo que reportaba beneficios en las comunidades ribereñas del Tapajós. Ellos buscan devolver algo a la gente y a la zona que atrae a los turistas, aunque es también su cercanía y su buen hacer lo que los atrae.
El barco de Belém llegó a Santarém con muchas horas de retraso. No sabemos cuántas porque nadie sabía exactamente la hora de llegada, pero era antes de las diez de la mañana y llegamos casi a las dos. Nuestra excursión de la tarde se hundía en las aguas del Amazonas. Desde el puerto de Santarém hay que coger un bus a Alter do Chão que pasa cada 30-40 minutos y que tarda 45, con lo que acabamos llegando a las cuatro de la tarde.
Pero la falta de puntualidad del hombre no puede nada contra Mãe Natureza –Madre Naturaleza en portugués– y, nada más llegar, Jorge y Claudio, otros de los socios de la agencia, crearon un paseo para nosotros al día siguiente. Lugares con nombres como Lagoa Verde, Floresta Encantada, Ilha do Amor, Ponta de Pedras… entraron a formar parte del #LatTrip y que, cuando los visitamos, quedaron en nuestro recuerdo para siempre.
A la mañana siguiente, después de una noche de lluvia tropical, el cielo se abrió y la Madre Naturaleza se alió con Mãe Natureza. Debido a las lluvias, Claudio y Jorge habían decidido que haríamos el paseo en barco fuera borda en lugar de las más tradicionales e inestables barcas de pescadores de la zona. Allí apareció Reinaldo con su barco, con su sonrisa y con su conocimiento del Tapajós y sus alrededores que le dan cuatro generaciones nacidas en Alter do Chão.
Las mandíbulas se iban desencajando y los pulmones quedándose sin aire con la visión de maravilla tras maravilla. Si la Lagoa Verde nos pareció un lugar de cuento de hadas con árboles en mitad del agua, cambiar el barco por la canoa y el motor por los brazos y el remo al entrar en la Floresta Encantada… No hay palabras, y eso que Reinaldo nos dijo que había comenzado la temporada seca –cualquiera lo diría cuando una gotera sobre la cama de nuestra habitación nos despertó a las seis de la mañana– y que era menos imponente.
Canoa entre los árboles, pero también SOBRE ellos. Con la bajada del agua nacen palmeras que son cubiertas en la temporada de lluvia. Palmeras que no mueren, sólo esperan a la bajada del agua para seguir creciendo al año siguiente. La belleza y la tranquilidad del lugar ya nos habían conmovido, pero Alter do Chão y el paseo de Mãe Natureza todavía tenían mucho que ofrecer.
De entrada, una rápida visita a la Ilha do Amor –erróneamente llamada isla, puesto que es una península que sólo aparece en temporada seca dando lugar a una doble playa: por un lado la Lagoa Verde y por otro el río Tapajós– camino de Ponta de Pedras. De nuevo en la seca aparece una playa que, cuando fuimos nosotros, sólo tenía un metro hasta los restaurantes en los que sirven delicioso peixe vermelho que aquí se conoce como pirarucú en la lengua indígena, el Aringatu.
Todavía faltaban maravillas que visitar como el canal do Jarí, en el que volvimos a adentrarnos en canoa. Además de volver a sentirnos espectadores de la naturaleza primigenia, también vimos macacos y perezosos. Los macacos comían castañas, pero jugando y peleando entre ellos muchas caían al agua. Reinaldo se lo agradecía y las recogía solícito para abrirlas y comerlas con nosotros. Según nos dijo, un humano puede comer sin peligro todo lo que coma un macaco. Para llegar hasta los allí paramos en una de las casas del río. Nos recibió la señora Rosalinda que, a pesar de llevar toda la vida en mitad del río y de oír y ver caimanes y anacondas con frecuencia, nos confesó que a Belém va en avión porque ¡le da miedo el barco!
Los de mi generación recordarán las películas de Tarzán en las que Boy se dormía sobre nenúfares gigantes… en Alter do Chão también hay, aunque «sólo» de metro y medio de diámetro, son las Victorias-Regiais. En su momento más saludable, antes de que el Sol y la temporada seca acaben con ellas, soportan sin problemas un peso de unos 15 kilos.
La última parada era la Ponta do Cururú para disfrutar de otra fantástica playa y cruzar los dedos tratando de ver delfines. En este punto el río Tapajós tiene una anchura de ¡22 kilómetros!, que en la seca se queda en unos 20, cuando aparecen playas de más de un kilómetro de anchura a cada lado. Reinaldo nos comentó que en esa zona no hay animales peligrosos, ni fuertes corrientes –sí viento, pero desaparece un poco más abajo–. Sería un desafío interesante para David Meca, según Reinaldo nadie lo ha cruzado a nado. Delfín, uno, vimos muy poco. No salieron saltando a despedir al Sol en un precioso atardecer. Puede que la tormenta que estalló justo con el último rayo y que nos hizo correr en el barco al puerto tuviera algo que ver…
Habíamos pasado un día disfrutando de la selva desde el agua, barco-canoa-playa… en un Amazonas poco explotado y muy cuidado gracias al Ecoturismo y al cariño de todos los habitantes de Alter do Chão. A la vuelta a Mãe Natureza, Jorge nos contó cómo comenzó todo mientras veíamos las espectaculares fotos de este grupo de amigos «buena onda».
Es imposible no querer volver a quedarse una temporada en Alter do Chão, que todavía tiene muchas cosas que enseñarnos como la FLONA o los extratistas. Una región que ha cambiado el «uso y abuso» de la Naturaleza con industrias madereras y de caucho, de borracha, por el respeto y el cuidado. Nosotros volveremos para dejar que esa buena atmósfera nos llene y ayudar en lo que podamos a toda esa buena gente.
Mención aparte merece Gil Serique, una de esas personas llenas de energía y de conocimientos siempre dispuesta a compartirlos como su casa y su tiempo.
¿Te quieres de ir de viaje a Brasil? Aquí puedes hacerlo:
- Busca tu vuelo más barato a Brasil aquí.
- Escoge el hotel que más te guste al mejor precio en Río de Janeiro, São Paulo, Salvador de Bahía y otras muchas ciudades.
- Alquila el coche en Brasil al mejor precio comparando entre varias compañías aquí.
- Las mejores guías de Brasil aquí.
- Contrata tu tour guiado en español en Brasil aquí.
- Contrata tu seguro de viaje con un 5% de descuento aquí.