Viernes, 02/09/2011
Ya habíamos confirmado que viajar en Noruega no era lo que pensábamos. Las carreteras están bien, pero atraviesan fiordos y túneles constantemente, lo que hace que la velocidad no sea muy elevada. De todas formas, sin fiordos, sin túneles, sin ningún otro obstáculo, la velocidad máxima permitida que hemos visto no ha superado nunca los 70 km/h, con lo que estábamos preparados para uno de los viajes más largos dentro del país.
Ir desde Ålesund a Trondheim por carretera supone un viaje en autobús de más de siete horas. No teníamos otra opción porque los precios de los aviones, que habíamos mirado el día anterior, eran prohibitivos. Así que, armados de paciencia, nos dirigimos a la estación de autobuses con la idea de que, además, tendríamos que cambiar un buen número de veces –los autobuses funcionan cruzándose unos con otros por todo el país–.
Antes habíamos hecho nuestros deberes. En la biblioteca de Ålesund hay internet gratis, abren a las diez, y la habíamos usado a conciencia: buscar un alojamiento en Trondheim, mirar cómo llegar a Røros al día siguiente y… ¡comprar dos billetes de avión de Trondheim a Oslo para el domingo por 90 euros cada uno! Visto lo que tardan los autobuses y lo que cuestan merece la pena.
Para estirar las piernas y aprovechando que el autobús no salía hasta casi las dos, visitamos el Sunnmøre Museum (abierto de 11 a 17). Está a unos cuatro km de la ciudad. El autobús 618 es el que lleva hasta allí. Sale de la estación principal, de la que saldría después el de Trondheim, con lo que dejamos a los Symbios en la consigna de la estación –el albergue de Ålesund cierra, al menos en temporada baja, de 11.00 a 16.00 con lo que no podíamos dejarlos allí–.
Nos estábamos acostumbrando a ver este tipo de museos: casas traídas de todo el país colocadas formando un pequeño pueblo con unos siglos de historia. En este caso también hay una parte con embarcaciones antiguas y un museo medieval. Como en Gamle Bergen la entrada se compra cuando ya estás dentro del museo… ¿en serio? Los barcos no son vikingos, como pensábamos, y la parte medieval es más un teatro que otra cosa. Hay actores caracterizados que trabajan en fraguas y hornos. Cuentan su “día a día” a los niños que están encantados, pero en noruego.
A la vuelta, volvimos a pasar por la biblioteca para confirmar si teníamos alojamiento en Trondheim. Había sitio, ya ni siquiera estábamos seguros de que el albergue, el Trondheim Vandrerhjem, siguiera abierto al ser temporada baja. ¡Qué útil puede llegar a ser internet en los viajes!
La buena noticia en cuanto montamos en el autobús fue que no tendríamos que cambiar, serían siete horas y media en el mismo asiento. Eso sí, con muchas paradas, cambios de conductor, varios ferrys, túneles…
Siete horas y media en un autobús dan para mucho… incluso para grabar un vídeo en el que mostramos nuestra locura.
En la web del Trondheim Vandrerhjem, antiguo Youth Hostel International, indican cómo llegar. Hay que coger el autobús 63 desde Dronningens Gate. El autobús desde Ålesund deja al lado pero el 63 pasa una vez cada ¡50 minutos! Había que encontrar la parada correcta lo antes posible.
El albergue volvía a ofrecernos habitaciones compartidas. Descubrimos la diferencia entre rooms y dorms. Los primeros tienen sólo entre 4 y 6 camas, mientras que los segundos llegan a 20. Elegimos room y separados porque no había mixtas. Según la guía era el peor de los albergues en los que habíamos estado pero después de nuestro amigo nudista de Ålesund no nos pareció tan mal. Eso sí, el desayuno del que habíamos disfrutado esa mañana en Ålesund ponía el listón muy alto.