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La stavkirke de Urnes

Martes, 30/08/2011 (2)

Si los fiordos son el atractivo por naturaleza de Noruega, el atractivo por «construcción» son las iglesias de madera, las stavkirke, de las que quedan 28 en el país. Durante la Edad Media, ese momento en que se construían catedrales de piedra por toda Europa, en el país nórdico seguían utilizando la madera como materia prima para las casas y para las iglesias.

Después de recorrer el Sognefjord, el fiordo de los sueños, decidimos que el recorrido podía seguir el listado de Patrimonio de la Humanidad. La única de las iglesias de madera así considerada es la iglesia de madera de Urnes que consiguió el reconocimiento en 1979. En temporada baja, finales de agosto, está abierta hasta las 17.30.

Stavkirke-UrnesCompleta

Para llegar hasta aquí desde Sogndal hay que coger un autobús hasta Solvorn –nosotros a las 15.30– y, una vez allí, el ferry que cruza el fiordo de Luster –a las 16.00–. Desde el muelle hasta la iglesia no hay más, ni menos, que seguir la carretera durante una media hora de «curiosa» subida. Su privilegiada situación ofrece una panorámica del fiordo que compite con la propia iglesia por dejar sin palabras al viajero. Nos venía de camino, puesto que la noche la pasaríamos en Solvorn, en Eplet Bed & Apple, gracias al gran trabajo de la chica de la oficina de turismo de Sogndal, otra de las que nos atendió en castellano.

Stavkirke-UrnesCementerio

La iglesia aparece al ascender, con su torre y, poco a poco, va mostrándose por completo en toda su belleza. Una iglesia que me recordó a las que vimos en la región de Maramures en Rumanía, también famosa por sus artesanos en la madera pero construidas cuatro siglos después. Desde las paredes hasta la última teja hechas en madera a mediados del siglo XII. Está recubierta de una sustancia negra –¿brea?– que la ha conservado como está ahora.  Los muros exteriores, ya de por sí impresionantes, cuentan con finas tallas.

Stavkirke-UrnesSalto

La entrada son 60 NOK e incluye una visita guiada. Los noruegos demostraron, una vez más, estar hechos de otra pasta. Sólo íbamos a ser cinco en aquella última visita y las otras tres personas, tres noruegas, estuvieron encantadas de que se hiciera en inglés.

Originalmente no tenía en su interior más que columnas acabadas en capiteles tallados para sujetar el techo, siguiendo la «moda» catedralicia del resto de Europa. Con el paso de los años añadieron bancos, con un corazón tallado los del lado izquierdo –para las mujeres– y una especie de tridente en el derecho –los de los hombres–.

Stavkirke-UrnesMaqueta

Nuestro guía siguió con su explicación y avanzó a lo largo de la historia de la iglesia. Añadieron un sitio de honor para la familia más importante de la zona, se trataba de su iglesia privada, y casi la destruyen al cortar dos columnas. La estructura perdió estabilidad y fue necesario apuntalarla con un par de vigas en diagonal. En la parte trasera, el actual altar, también está esta cruz diagonal de estabilización. A pesar de sucesivas ampliaciones no podía cobijar a todos los feligreses, así que pusieron un tejado alrededor para cubrirlos de la lluvia y practicaron agujeros en las paredes para que pudieran seguir las celebraciones desde fuera.

En la “nueva” zona trasera, del siglo XVII, se encuentra el altar, con una talla barroca que contrasta con la seriedad de la iglesia. En realidad toda la decoración de esta zona no está nada acorde con el resto del edificio, mucho más sobrio.

Fueron los irlandeses, a través de los monasterios escoceses, los que introdujeron el cristianismo en Noruega. Como todas las iglesias de la época,  ésta era católica. Ahora, como casi todas las noruegas, es luterana, protestante. Se nota la influencia irlandesa en detalles de la decoración, el gorro de lluvia de un obispo en uno de los capiteles y los animales de la antigua puerta –ahora en un lateral de la iglesia–. No se sabe a qué hacen referencia las tallas de los capiteles, nos cuenta que no hay tradición oral y que sólo queda la madera. También hay una talla con un hacha. El hacha es el símbolo de Olaf, el rey noruego que «trajo» el cristianismo en el país, ahora San Olaf. Y, de hecho, “trajo” el cristianismo, porque ya estaba aquí. Llevaba unos cuantos años, la mitad del país ya lo era y la otra no, lo que degeneró en una guerra civil que, obviamente, ganaron los cristianos.

Stavkirke-UrnesDetaleLateral

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